“Chile despojó a Bolivia de su rico territorio de Atacama, en el cual están los mayores yacimientos de cobre, como la famosa mina de Chuquicamata”, ha escrito Eleodoro Ventocilla (1).
Chile lo hizo a sabiendas de la existencia de los bolsones cupríferos de Chuquicamata. Éstos con el paso del tiempo cambiarían su rostro macilento por uno vigoroso.
Sin cobre, es decir tan solo con maíz, cebada, uva, manzana, durazno y otros productos, Chile nunca hubiera tenido la oportunidad de codearse con países desarrollados. Lo hizo gracias a Chuquicamata.
“Chile, al lograr su Independencia con el auxilio de los argentinos, inició su vida republicana como país pobre situado al sur del río Paposo, entre la Cordillera, el océano y el Estrecho de Magallanes”, ha reiterado aquel periodista peruano (2).
Chuquicamata ha sido, por mucho tiempo, la mina cuprífera que inyectó ingentes cantidades de recursos al erario del país transandino. Pues tuvo la capacidad productiva para transformar la débil economía chilena por una fuerte y próspera.
Chuquicamata se constituyó en uno de los grandes centros mineros del mundo, gracias a “la disponibilidad de capitales norteamericanos en cantidad adecuada para el desarrollo de los yacimientos chilenos y el sostenimiento de la demanda de cobre a precios elevados” (3).
Planchas y barras de cobre, procedentes de esta región, fueron exportadas, por Chile, hacia los países desarrollados, con notable incremento a partir de 1952, cuando fue inaugurada una importante planta fundidora de cobre. Recordemos que la explotación de ese recurso mineralógico se hacía con palas mecánicas a cielo abierto.
“La industria del cobre en Chile ha crecido bastante durante el último cuarto de siglo (XX). La elevada producción de las minas de Chuquicamata es posible por el empleo de métodos en gran escala para la extracción y la utilización del mineral. Las explotaciones de Chuquicamata y Potrerillos dan resultados muy notables obtenidos frente a obstáculos considerables” (4), sostuvieron entendidos en minería.
“Chile ha ocupado durante mucho tiempo el segundo lugar en la industria del cobre de todo el mundo” (5), agregaron.
El 26 de junio de 1969 el gobierno de Eduardo Frei Montalva y la Anaconda Copper Company suscribieron un contrato que dispone la “chilenización” de las minas de cobre.
Asimismo el gobierno de la Unidad Popular nacionalizó, en 1971, las compañías de cobre norteamericanas, sin conceder indemnización alguna. Lo hizo bajo el enunciado de: “vía chilena al socialismo”. Empero el régimen de Augusto Pinochet pagó 250 millones de dólares a las transnacionales del cobre nacionalizadas. Y reabrió la minería a la inversión extranjera.
En suma: ¡Chuquimata, fue nuestra!
NOTAS
(1) Eleodoro Ventocilla: “Chile prepara otra guerra”, Grafica Mundo, Lima – Perú, 1970, pág. 97.
(2) Ídem, Ídem, pág. 76.
(3) Clarence Fielden Jones - Gordon Gerald Darkenwald: “Geografía económica”, Fondo de Cultura Económica, 1962, pág. 413.
(4) Ídem, Ídem, pág. 412, 413 y 414.
(5).- Ídem, Ídem, pág. 412.
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