Angélica Siles Parrado
Según el Art. 62 de la CPE: “El estado reconoce y protege a las familias como núcleo fundamental de la sociedad, y garantizará las condiciones sociales y económicas necesarias para su desarrollo integral. Todos sus integrantes tienen igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades”. El Ministro de Economía declaró que la familia boliviana de 4 personas requiere de Bs.100 y se puede comprar (1 litro de aceite, Bs.9, 1 kilo de arroz, Bs.6, 2 kilos de pollo, Bs.28, 12 huevos Bs.12, total = 55 Bs.) para la canasta familiar básica (imaginamos por día).
Para el 2018, el Banco Mundial estimaba la línea de la pobreza para países de ingreso medio, que es el caso de Bolivia en Latinoamérica, en 3,2 dólares por día, cifra mínima para que una persona cubra sus necesidades básicas. Por ejemplo, una familia de cuatro personas necesitaría por los menos $us 89,6 (Bs.577,68) por semana para sus necesidades básicas mínimas, indicador que está lejos de los 100 bolivianos que planteó el ministro.
Si se hace la lista de compras semanal o quincenal, está lejos de la cifra estimada por el ministro. El ejercicio realizado desnuda el manejo macroeconómico, pero está muy alejado del conocimiento microeconómico de Bolivia, demostrando su incapacidad para administrar el Estado boliviano en el campo económico.
Por tanto, la tasa de crecimiento, generalmente “cocinada” por el Instituto Nacional de Estadística, dependiente del gobierno, está fuera de la realidad. El nivel de reservas, que son nuestros ahorros, cayó a menos de 8.000 millones de $us. por el afán electoral de “invertir” en las empresas deficitarias creadas con fondos de los bolivianos, como indicadores de estabilidad económica, sin tomar en cuenta que no hay creación de empleos para jóvenes que egresan de las universidades.
El gobierno solo habla del crecimiento y nada hace para el desarrollo de las familias de Bolivia, especialmente en su desarrollo integral, que garantice el “vivir bien”, que no solo depende de la canasta familiar, sino de oportunidades en salud (que dejen de hacer filas y dormir en los hospitales a la intemperie para lograr una ficha, y si logran atención, no hay medicamentos, por tanto deben adquirirlos, los equipamientos son obsoletos y finalmente salen a las calles a bloquear pidiendo atención para sus males).
En educación, no hay planificación adecuada, los bachilleres no pueden entrar a universidades por falta de preparación y se frustran. En seguridad ciudadana, la delincuencia aumenta cada día, jóvenes de 12 años empiezan a cometer delitos, muchas veces por hambre; adolescentes ingresan a las cárceles y como están en contacto con los reincidentes, aprenden y muchas veces desde el interior de los recintos carcelarios dirigen bandas de delincuentes, por falta de un empleo formal, sostenible. La justicia corrupta libera a los delincuentes, las cifras de feminicidios aumentan, dejando huérfanos a niños pequeños. No hay políticas de prevención para los adultos mayores, aunque muchos dieron sus mejores años en servicio de Bolivia, no son protegidos por el gobierno, se vulnera su derecho humano a una vida digna. Por tanto las familias bolivianas siguen en la indefensión.
Las mujeres manejamos la economía de los hogares, vamos al mercado cada semana, no especulen sobre la canasta básica familiar. Evitemos la desnutrición, especialmente de los niños, lo que es causa del cáncer por mala alimentación. Exigimos a los servidores, empezando del presidente, cumplir la Constitución y garantizar un desarrollo integral de las familias bolivianas, que son el núcleo de la sociedad.
La autora es Economista – Abogada Constitucionalista.
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