ESPECIAL
En la cultura japonesa el té es más que una bebida, se relaciona con el espíritu, la creatividad, la sencillez, los instintos y la naturaleza.
La ceremonia del té (Chanoyu) nació en los templos budistas y, posteriormente, fue practicado por las personas comunes hasta el presente. La tradición se va transmitiendo a las generaciones jóvenes, a tal punto que antes de casarse los novios son instruidos en la ceremonia del té.
Los movimientos, utensilios y entornos utilizados en la preparación del té contienen siglos de conocimiento, sabiduría, historia y cultura.
Soma, maestra de Urasenke, llegó a nuestro país invitada por la embajadora del Japón, Kyoko Koga, para practicar la ceremonia del té.
“Me alegré escuchar que en Bolivia había mucha gente que se dedicaba activamente en el entrenamiento de la ceremonia del té y, atendiendo la gentil invitación de la señora Embajadora, tengo la oportunidad de experimentar una de las culturas tradicionales de mi país, como es la ceremonia del té”, dijo la maestra.
El Jardín Japonés fue escenario del solemne ritual, donde, paso a paso, la maestra japonesa explicó que la ceremonia del té es una vía por la cual podemos comprender lo que es realmente importante para los seres humanos y nos puede a guiar en el camino de la vida.
El Chad, según esta cultura, es una disciplina estética que refina nuestro ser. El denominado “Camino del té” (“té” o cha y “camino” o d, en japonés) acerca a los estudiantes los principios de la armonía o wa, respeto o kei, pureza o sei y tranquilidad o jaku.
El entendimiento y la apreciación de este arte sólo se pueden conseguir a través de la práctica y el estudio. Los movimientos, utensilios y entornos utilizados en la preparación del té contienen conocimientos, sabiduría, historia y cultura.
Según la maestra en la ceremonia del té, los roles están claros, consta del anfitrión, los invitados y la persona que lleva el té a los invitados.
El salón se decoró con un cuadro en un lugar al que los japoneses denominan Toko.
La maestra de ceremonia, Yoshie Tsuchiya, quien acompañó a su par Soma, levantó el cucharón y el recipiente del té y colocó el matcha (té verde en polvo, tres cucharadas por invitado) en el cuenco. A continuación, llenó el cucharón de agua caliente, virtió un tercio de agua en el cuenco y devolvió el resto del recipiente.
Luego, agitó la mezcla con un batidor elaborado en bambú, hasta que adquiera una consistencia similar a una sopa espesa y espumosa.
A continuación, la anfitriona colocó el cuenco en su lugar y sus colaboradoras se acercaron a cada invitado, primero para ofrecer unos dulces. Según la maestra, para quitar el sabor amargo o ácido del té en polvo. El dulce y el té son una combinación perfecta.
Cada invitado recibió el cuenco servido, luego lo colocaron en la palma de su mano izquierda, sujetándolo por uno de los lados con la mano derecha y girándolo.
Tomaron el sorbo, saborearon, y luego de dos o tres sorbos más.
Luego de beber el té se debe limpiar la parte superior del cuenco con un papel llamado kaishi, y se devuelve. En esta ceremonia, los participantes deben respetar normas y disciplinas establecidas por cada escuela.
Hay mucha influencia del zen. Por ejemplo, una enseñanza del zen dice que la persona tiene que despojarte de su ropa (hougejaku). No hay que tomarlo literal. La ropa significa el status social o las cosas que decoran el corazón. En otras palabras, el anfitrión/invitado, no son el banquero, el político, no es él/la padre/madre, son uno y otro, quienes respiran el aire en este momento. Como una existencia única y aislada, uno hará su mayor esfuerzo para preparar un recipiente de té. También se dice que transitar el Camino del té (en el mundo de la ceremonia del té) es la misma que la que transitó Buda.
Para expresar respeto mutuo, se pide que la vestimenta sea formal. Respecto a la duración del tiempo, se dice que no debería sobrepasar más de 4 horas.
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