El pasado viernes 3 de mayo, a poco de ocurrir el derrumbe de casas en la región de Khantutani y adyacentes, el Presidente de la República anunció: “Desde el día lunes a los hermanos que no tienen casa vamos a donarles una casa, un departamento con tres dormitorios”. La información señala, además: “Morales aseguró que quienes perdieron su casa recibirán de manera gratuita un departamento de tres dormitorios, ya sea en La Paz o en El Alto. Señaló que el gobierno felizmente previó y ha construido edificios que son parte del Plan de Vivienda Social” (ED 4/V/19).
El problema, gravísimo por sus connotaciones, ha conmovido a todo el país y los sentimientos de solidaridad abundaron porque la reacción fue general. Los damnificados, con “56 casas derrumbadas en la zona de Khantutani, 25 en la Inmaculada Concepción y dos en 14 de septiembre, aparte de casi una veintena de casas en grave riesgo”.
En este caso, aunque mayor en magnitud, comparado con otros que se han producido en el pasado, será preciso que el gobierno, con el mismo espíritu con el que atenderá ahora, se preocupe porque se concreten planes elaborados en su momento para solucionar problemas de inundaciones, desborde de ríos, derrumbes y pérdida de propiedades y bienes en diversos puntos de la ciudad de La Paz y otros sitios del país, tomando en cuenta, por otra parte, que son muchas las desgracias padecidas por diferentes causas por desbordes de la naturaleza.
Se anunció también que el gobierno gestionará ante el sistema financiero que sean reprogramados los créditos de los damnificados que hayan financiado su casa mediante bancos. En cada caso seguramente existen diferencias grandes; pero, en general, todos han perdido sus enseres, muebles, documentos personales y otros, que será difícil reemplazar.
Los muchos casos producidos en diversos sitios del país y que se deben a derrumbes, inundaciones, etc. muestran la necesidad de que las autoridades económicas fijen, en cada presupuesto anual, partidas que permitan no solamente el socorro inmediato sino una forma para paliar la magnitud de las desgracias, porque ningún propietario prevé este tipo de contingencias, especialmente cuando las inundaciones provocan grandes pérdidas y hasta la muerte de mucho ganado en las regiones orientales.
La Alcaldía Municipal se encuentra abocada a establecer la propiedad de cada una de las casas y, mediante las oficinas que corresponden, la situación de los que dieron dinero en contrato anticrético o vivían en departamentos en alquiler, que son casos no de pérdida de vivienda propia, pero sí de otra naturaleza que, se une al hecho de haber perdido muebles, enseres, documentos y otros, a más de establecer la condición de anticresistas.
El problema tardará en encontrar cauces de solución siquiera parcial; pero el anuncio plausible del Presidente, de otorgar gratuitamente viviendas a muchos damnificados, ha resultado un gran alivio que compensa, así sea en parte, las pérdidas sufridas. En todo caso, ahora corresponde que las experiencias sirvan y las Alcaldías sean enérgicas en cuanto a la concesión de autorizaciones para la construcción de edificios y casas.
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