Son 14 los años en los que el gobierno del MAS recurre a una serie de muletillas (léase, racismo, discriminación, dignidad, soberanía, antiimperialismo, etc.) por su pretensión de “disimular” su abstracta ideología: el eclecticismo (léase, tomar sin disimulo un poco de todo (liberalismo, neoliberalismo, populismo, culturalismo) en complemento con un pragmatismo (léase, desarrollismo que aparenta desarrollo) que no coincide con las necesidades cruciales (educación, salud, vivienda, trabajo, etc.) de los bolivianos.
Para empezar, la dignidad surge a partir de las atrocidades (léase, millones de muertos) enjutadas en la Segunda Guerra Mundial que indujo a la Declaración Universal de Derechos humanos (1948). Ya Platón, Pico, Della y Kant en buena medida explicaron la dignidad como propia del ser humano. Sus principales elementos corresponden al convencimiento subjetivo de que permiten alcanzar la felicidad y de elementos objetivos vinculados con la mejora de las condiciones de vida, es decir, la “cualidad de digno” es un derecho que se subsume en libertad y responsabilidad. No es propiedad de nadie, para endilgarla a grupos (léase, para y neo campesinos o Conalcam), excepto que se hayan “vendido”, o permitido que les “castren” sus ideas.
Una síntesis jurisprudencial de la “dignidad humana” puede presentarse de dos maneras: a partir de su objeto concreto de protección en complemento con su funcionalidad normativa. Desde el punto de vista protectivo, se basa en tres lineamientos: 1) es fundante del ordenamiento jurídico y por tanto del Estado. 2) es un principio constitucional. Y 3) es un derecho fundamental autónomo de los bolivianos. Esto quiere decir que la dignidad tiene que ver con a) un plan para vivir como se quiera). b) con la dotación de condiciones para un vivir bien y c) que los bolivianos íntegros no podemos ser humillados por falsos indígenas. Lo contrario, como diría Millán Puelles, eximiría el valor esencial de la dignidad como relevancia bioética.
Es digno doblegar -en contra de la Ley Orgánica- a algunos generales (FFAA) que rifaron la institución y la llevaron a la deshonra; que un gobierno envilezca la política, que corrompa a dirigentes sociales del Fondo Indígena (Fondioc), que discrimine a indígenas para “privilegiar” a “neoindigenas” (léase, mestizos blancoides que fungen oportunamente como militantes del MAS); que liga a docenas de policías al narcotráfico; que hace contratos sin licitación, firma acuerdos con sobreprecios evidentes, que degenera la diplomacia (léase, derrota en La Haya), defenestra nuestros recursos naturales, estigmatiza al imperialismo norteamericano y es genuflexo con el chino -que expolia el medio ambiente, se lleva ilegalmente nuestro oro; contamina nuestro principales ríos; mata animales exóticos en extinción-; que Luis Almagro cantinflee (con las disculpas a Mario Moreno) contradictoriamente sobre la re-postulación de inconstitucionales.
Por lo tanto, los no candidatos como signatarios de esta “dignidad” deben respetar y protegerla como elemento crucial del Estado de Derecho. Una tarea sencilla: si son “dignos” respeten la CPE, la libertad (dignidad) de los bolivianos que el 21F2016, por iniciativa de ellos, legítimamente les dijeron NO a su re-postulación. Mientras tanto, colijo que la dignidad en el gobierno del MAS sigue siendo solo una muletilla que utilizaron por más de 13 años. Y por ello, en los comicios presidenciales de octubre de 2019 habrá sorpresas.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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