El transporte urbano ha colapsado calles y avenidas de La Paz. La proliferación monstruosa de minibuses -principal problema- cuyo ingreso al servicio viene autorizando a diario la Alcaldía Municipal, ha convertido en un atolladero la vía troncal, determinando atascos (trancaderas) intolerables. El pasajero es el más perjudicado por el largo y desesperante tiempo que le lleva su trasporte a cualquier punto de la urbe. Esta situación profundiza más la crispación con la que viven paceños y no paceños debido al desorganizado transporte y las marchas cotidianas en la vía troncal, cuadro que estresa al ciudadano más tranquilo.
Cualquier recorrido desde el centro (Pérez Velasco, Obelisco, el Prado) a la plaza Isabel la Católica insume 30 minutos a cualquier hora del día y no solo en las horas “pico”. El aparcamiento de vehículos de todo tipo a lo largo de las avenidas Mariscal Santa Cruz, el Prado, 6 de Agosto, Arce y otras aledañas, ocasiona un penoso desplazamiento ante la ausencia de los agentes de Tránsito y de la Guardia Municipal, o como se la llame. El aparcamiento en estas vías está prohibido, pero como nadie controla, conductores privados y de servicio público no ven inconveniente en estacionarse en dichas vías, obstaculizando en mayor grado la circulación.
Precisamente lo bicéfalo de estas responsabilidades las diluye totalmente. Los agentes de parada, comúnmente llamados “varitas”, aparecen como estrellas fugaces en alguna esquina y por su propia voluntad, sin ninguna supervisión. Tan notoria ausencia lleva a preguntar ¿para qué entonces existe la Dirección de Tránsito, dependiente de la Policía Boliviana? Por dicha Dirección parece que pasan los oficiales más incompetentes e indolentes en el ejercicio de sus funciones. Así las cosas, parece que Tránsito se dedicara por entero al cobro de multas, muchas veces sin papeletas que certifiquen el importe. Por su parte, la Guardia Municipal denota haber desaparecido o solo ronda por la periferia de la ciudad para sorprender a los conductores desprevenidos con algún cobro. Se diría imitando a sus colegas de Tránsito.
El Alcalde Municipal ha asestado el golpe de gracia al público urgido de volver a sus hogares al final de la tarde, convirtiendo en estación de embarque a minibuses hacia las villas, desde las 17 horas, entre las calles Colón y Ayacucho, de subida, y Oruro y Almirante Grau y Oruro, de bajada, dando además al mismísimo centro citadino igual aspecto que de las plazas de provincia. En la Pérez Velasco ocurre lo mismo. Es, sin duda, una medida demagógica, esta vez a cargo del Alcalde Municipal.
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