La verdad, aunque duela
Todo está listo para las elecciones refutadas de octubre 2019. Sabemos que son nueve los frentes que asistieron a la farsa de las elecciones primarias. Sin ánimo de menospreciar a los candidatos de las agrupaciones políticas PDC, MNR, FPV, Panbol, MTS y UCS, tengo la obligación de comentarle al ciudadano votante que todas esas siglas desaparecerán después de las elecciones, al no alcanzar el porcentaje requerido para subsistir. A eso se llama manipulación miserable de los oficialistas, en cuya trampa cayeron los desdichados neoliberales, sin embargo están a tiempo de recular.
En consecuencia, quedan tres frentes: Bolivia Dice No, Comunidad Ciudadana y Movimiento al Socialismo, tres candidatos a la Presidencia y tres a la Vicepresidencia respectivamente. Por razones obvias, no opinaré sobre los deslumbrantes títulos u honoris que posee cada uno, porque sabemos que los títulos pueden ser inventados, falsos o inexistentes, en fin, “un título representa unas cuantas letras más, en el epitafio del poseedor”.
Los contrincantes en esta contienda saben que para competir en cualquier elección política se necesita suficientes recursos económicos. El Tribunal Supremo Electoral (27/05/2019), como una mofa contra los opositores, informa que cada frente político recibirá un promedio de 4.3 millones de “bolivianos” para subvencionar sus campañas electorales. En contraposición, el partido de gobierno hace 14 años sustenta campañas políticas con bienes y recursos económicos del Estado y otro dinero de procedencia inexplicable.
En estas elecciones peculiares, por la participación despreciable del binomio gobernante, no quepa duda que el dinero a ser derrochado será de cientos de millones de dólares, incluidos los ingresos por compras y contratos libres de licitaciones. Las preguntas brotan de inmediato: ¿quiénes solventan esos gastos y que interés tienen para que los socialistas exiguos se eternicen en la Casa Grande del Pueblo? Los que dicen No y Comunidad Ciudadana, ¿a qué artificios financieros recurren para hacer frente al poderío económico de los oficialistas?
Sobre los billetes verdes, el Ministro de Gobierno ha declarado que “emisarios de famosos cárteles de la droga están invadiendo nuestro territorio, se trata de 6 cárteles brasileños que tienen vinculación con Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, quienes se asentaron en valles estratégicos de Cochabamba, oriente y occidente de nuestra geografía…” (marzo 2017, El Deber). Paralelamente señaló: “Tenemos un proveedor que es el Perú; un mercado receptor por sus altos precios, Brasil y de ahí gran parte de la cocaína va con destino a Europa y Asia” (28/05/19 P7).
Felipe Cáceres (“zar antidroga”) declaró: “Durante la última década 35.878 fábricas de cocaína fueron destruidas en el país, además se incineró 350 toneladas de cocaína…”. Cuestiono, ¿cuánto dinero genera este negocio y cuál destino le dan las autoridades responsables de controlar el narcotráfico? ¿Cómo, dónde, cuándo y quién ordenó que se incinere tanta cocaína? ¿El Ministro de Finanzas y los candidatos oficialistas conocen el trasfondo de estas declaraciones y la macro economía encubierta?
Recientemente, con el rótulo de inversores y otros curiosos por lo que pasa con la droga, visitaron al presidente de los cocaleros en Bolivia altos funcionarios de Rusia, China y el bipolar Luis Almagro, alto ejecutivo de la OEA. Todos ellos también aportaron con su “gramito” de arena en la campaña del candidato Morales, quien, el último semestre, de la mano con su pareja están recorriendo “a pie” todo el territorio nacional, para ofrecer hasta el 2030 un mar de humo para niños, jóvenes y adultos bolivianos, con base en “ciencia, tecnología, empleo, educación, vivienda, caminos, satélites, teleféricos, uranio, turismo, agroindustria, petroquímica, aviones para BoA y el TAM…”. En resumen, excesivo desarrollo y progreso para “vivir bien”, olvidando, como siempre, salud para el pueblo, porque los muertos “a nada se oponen”.
Según mi criterio estas ofertas no tienen respaldo económico, porque el “señor de los blindados”, quien, mezquinamente sostiene a su familia con 100 bolivianos mensuales, declaró que “la crisis brasileña tendrá efectos negativos en la economía boliviana…, sin dar importancia a la guerra económica entre EEUU y China” (29/5/19 P7). Al final, a él ya no le importa, porque en su año sabático seguramente se dedicó a blindar fuera del país los pingües “ahorros” personales y de sus jefes, asegurando su futuro hasta el año 2900.
Hablemos de los opositores, el historiador muestra lengua dulce e indecisión. Al camba no le gustan los kollas y en el parlamento ni fu ni fa. Como sugerencia, no sean mezquinos, únanse, y para ganar votos, en el programa de gobierno ofrezcan para erradicar la corrupción del aparato gobernante: “legalizar el comercio de coca para fabricar cocaína, eliminar la Aduana Nacional y un considerable incremento salarial a los mandos medios y tropa de la Policía y el Ejército”. En caso contrario, ¿el pueblo qué puede esperar de dos “yescas”?
Opino que hoy, como nunca, nuestro futuro tenemos que decidirlo nosotros. Honremos nuestra consigna, “morir antes que esclavos vivir”.
El autor es Docente Universitario.
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