Un ambiente de desconfianza generalizado rodea desde ahora las elecciones de octubre próximo, dudas acentuadas por la secuela de medidas torpes y parcializadas del TSE a favor de la candidatura Morales-García Linera. En cambio, las limitaciones impuestas a las candidaturas opositoras son claras, de modo que competirán en una carrera de obstáculos frente a un camino llano y fácil del “caballo del Corregidor”. Un cuadro de estas características se presenta con todos los vicios opuestos a una democracia sana y fehaciente.
Así lo demuestra, para empezar, que a diferencia de los que ocupan cargos electivos y de la administración pública, aspirantes a candidatos, deben renunciar con anticipación de 90 días del evento, mientras el presidente y vicepresidente del Estado tienen el privilegio de permanecer en sus altos cargos. Al contrario, ambas autoridades son las más llamadas a alejarse de su desempeño porque en ellos -en especial en el Jefe del Estado- se concentra el núcleo del poder y según enseña todo lo visto, nada se resuelve o tramita en los cuatro Poderes Nacionales sin la venia presidencial. Estamos, además, ante una candidatura vetada por el referéndum del 21 de febrero de 2016, pero claramente forzada para proseguir, a gusto del binomio.
En concomitancia con lo anterior, éste seguirá siendo promovido en todos los medios de comunicación con el pretexto de “gestión” y entrega de obras, sin limitación de tiempo ni condiciones, en obvia discriminación contra sus oponentes que, escasamente, dispondrán de menos de un mes (20/09/ a 16/10/ 2019) para difundir su propaganda por decisión del TSE, sobre la base de una sentencia del no menos parcializado y dependiente Tribunal Constitucional. Lecciones que nos vienen de fuera deberían servirnos. El presidente español, Pedro Sánchez, estuvo prohibido de participar en la entrega de obras y otros actos de Estado desde la convocatoria a elecciones generales hasta después de su verificativo en abril pasado.
Otra jugada a favor de la reelección es la inequitativa distribución de recursos destinados a propaganda de los candidatos, mismos que serán manejados por el TSE. Al MAS se le asignó 10.9 millones de bolivianos por -dice- haber obtenido el 61% de votos en la elección de 2014; Bolivia Dijo No el 5.7% y Comunidad Ciudadana el 2.3% o sea la quinta parte del MAS, no obstante que en los hechos esta tienda usa a discreción todos los medios, recursos y gente dependientes del Gobierno, factores que han servido y sirven, sobre todo, al culto a la personalidad de don Evo Morales a lo largo de 14 años.
El Reglamento elaborado especialmente para los comicios de octubre descarta la segunda vuelta, constituyendo un anticipo explícito del triunfo oficialista en ese mismo acto; por algo lo dice el TSE. La segunda vuelta, debidamente presupuestada, se insertaba en las anteriores reglamentaciones. No deja de ser sugestiva esta imprevisión. Con estos parámetros sesgados la ciudadanía concurrirá a una cita en la que se ha de jugar el destino de Bolivia.
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