II
Continuando con este segundo análisis del extraordinario aporte del National Geographic, me referiré a su sección: Saciar la sed y el hambre, un desafío global, el cual trata sobre el problema global de cómo alimentar 2.000 millones más de personas en un planeta ya superpoblado, sin causar más daños a los ecosistemas del planeta.
Empieza señalando que “el incremento de la producción mundial de alimentos en los últimos 40 años, de casi el 170%, ha tenido un alto costo medioambiental, incluido un grave deterioro de muchos suelos agrícolas y una degradación generalizada del entorno”. Lanza un gran interrogante: ¿Seremos capaces de alcanzar un equilibrio entre producción y contaminación?
La respuesta analiza varias posibilidades. 1) El uso de las tecnologías más avanzadas, como la ingeniería genética, capaz de crear plantas resistentes a las plagas, las enfermedades o la sequía. 2) La aplicación de la agricultura orgánica, que recurre a una combinación de métodos tradicionales y nuevos conocimientos para producir alimentos, sin abonos químicos, plaguicidas ni ingeniería genética. Cada enfoque tiene sus ventajas, pero ambos plantean problemas difíciles de resolver.
En torno a los problemas de producir alimentos, como el uso de gigantescas cantidades de agua, señala: “El uso del riego y otros usos del agua han empobrecido considerablemente los lagos, ríos y acuíferos subterráneos de muchas zonas, y las sustancias químicas arrastradas con la escorrentía contribuyen a la contaminación de las fuentes de agua dulce. A ello se añade el cambio de las pautas climáticas y la sequía persistentes en muchas regiones”. Frente al incremento en la demanda de alimentos la necesidad de agua dulce sea uno de los temas claves del Siglo XXI.
En relación con los alimentos transgénicos -un tema de gran controversia en nuestro país-, apunta que los beneficios potenciales consisten en: Más resistencia a plagas y enfermedades con menor uso de pesticidas. Plantas mucho más resistentes a la sequía y suelos degradados. Alimentos enriquecidos que pueden aliviar la malnutrición crónica.
Los riesgos de este tipo de cultivos: Amenazas para la salud por reacciones tóxicas o alérgicas imprevistas, recelo de los consumidores por la normativa variable del etiquetado. Pérdida de biodiversidad por polinización cruzada y monocultivos.
Un tema de gran importancia en todo este panorama es el hecho de que los recursos hídricos del planeta están bajo gran presión. Problema 1, entre 1.000 y 2.000 millones de personas tienen que luchar afanosamente cada día para poder conseguir entre los 20 a 50 litros necesarios para atender sus necesidades básicas: beber, cocinar y lavar. Pero la ganadería y la agricultura son, con diferencia, las actividades que emplean más agua.
Dos grandes temas en este aspecto. 1) Regar los cultivos del mundo. A lo largo del Siglo XX, el riego de cultivos y pastos aumentó con rapidez, de menos de 700 kilómetros cúbicos de agua en 1900 a más 2.500 Km cúbicos en 2000. 2) Convertir el agua en comida. Toda actividad ganadera o agrícola requiere agua para las plantas y los animales. La producción de carne de vacuno es una de las actividades que consume más agua, lo cual supone un problema enorme para los países ganaderos de clima seco, como es el caso de Australia. Los datos numéricos: para producir una taza de café se requiere 140 litros de agua; un litro de leche: 1000; un Kg de arroz: 3.400 litros; para un Kg. de carne vacuna: 16.000.
La última sección de este valioso documento El hombre y la naturaleza, deberán leerlo, queridos amigos, en alguna biblioteca. Hasta la próxima.
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