I
Marcelo Valero Alanes
El pensador y político paceño Franz Tamayo fue un gran polemista que trasladó la discusión profunda de escritos y editoriales de prensa al espacio del debate parlamentario, donde intervendría con el aplomo y erudición que le caracterizaba. En uno de esos debates los diputados lanzaron invectivas contra la práctica del catolicismo que fomentaba el alcoholismo y obligaba a ser dispendioso en los gastos, lo que hacía que el feligrés quedara hundido en la pobreza y deudas.
Resaltaré este debate porque actualmente estamos acostumbrados a escuchar críticas al statu quo desde la izquierda, pero hace un siglo eran los liberales los que constituían el pensamiento de avanzada en una sociedad extremadamente conservadora. Y en este contexto el Honorable Franz Tamayo, y la mayoría de diputados, estaban de acuerdo en varias ideas que se plasmarían en avances jurídicos y sociales muy avanzados para su época, como ser: la educación laica e indígena, el matrimonio civil y el divorcio, que hizo que la clerecía amenazará con la excomunión, lo que no preocupó a esos hombres liberales y acaudalados, cuyos pensamientos estaban lejos de los temores de la sociedad que recién estaba saliendo del feudalismo en una república joven que solo conocía de cuartelazos y donde se dominaba con la cruz o la espada, mas no con la razón.
Esta fue la circunstancia en la que se dio lugar este debate, del que haré un sumario, donde se veía la raíz del alcoholismo del indígena en la religión y más específicamente en el alferazgo, que era una institución colonial creada para honrar a los nobles incas que juraron lealtad al rey de España. El alférez tenía el trabajo de llevar el estandarte militar y organizar una procesión que incluía danza, comida y chicha para todos los participantes, ahora se denomina pasante de preste (porque la imagen de devoción pasa de uno a otro anualmente) al encargado de todas estas funciones. En este contexto se usa como equivalentes, ya que en este debate se habla del pasante de la fiesta.
El debate se dio en un tiempo cuando había independencia de poderes y el Poder Legislativo no era un apéndice del Poder Ejecutivo. Al contrario, el Congreso era escenario de debates entre librepensadores y hombres que obedecían a su conciencia, llevados por su ilustrado criterio. Tal fue el caso del debate de la 15° Sesión ordinaria del 27 de agosto de 1913, cuando se presenta el Proyecto del Honorable Fajardo N° 63 de 1911, “relativo a la prohibición de las prácticas del culto católico”, para su consideración en detalle, estando en la Presidencia de la Cámara de diputados el Honorable José Carrasco, fundador de EL DIARIO.
El debate se alargó por tres días y de forma sucinta menciono algunas citas, como del Honorable Lara, quien comenzó proponiendo que se agregue al artículo 1 la prohibición de las procesiones porque ocasiona múltiples inconvenientes y solo complace “el capricho de unos cuantos fanáticos”, agregando además que “las calles son del dominio público y nadie puede tener dominio sobre ellas”, haciéndose la pregunta “¿por qué los llamados católicos han de tener el privilegio de impedir el libre tráfico con sus estandartes y congregaciones?”.
El Honorable Arze cree que es un abuso y atropello que invade la jurisdicción y derechos de la Iglesia, a esto replica el H. Lara con la premisa de que se debe mantener expeditas las vías públicas, ya que las procesiones ocasionan desórdenes.
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