PAREJAS
Denise Tempone
“El sexo vainilla no me va”, me dijo y yo lo miré fijo, desorbitada, con palpitaciones, porque no entendía de qué me estaba hablando. En un microsegundo sólo se me ocurrió pensar en el vaso de leche, la vainilla que se moja y se desarma. Pero no hablaba de eso.
En el capítulo 3 de “Ganas de vos” el libro de la sexologa Maria Tesler, basado en sus experiencias con pacientes, una mujer llega al consultorio a preguntarle exactamente eso, “¿Qué cuerno es el sexo vainilla?”. Y está a punto de enterarse qué es precisamente lo que ha estado teniendo toda su vida. Separada de un matrimonio convencional con su único novio, esta mujer ahora viene a descubrir que no todo el mundo aspira al franeleo plácido en pijama mirando Netflix como noche ideal. No es eso, para nada, lo que desea su nuevo amante. Él quiere ofrecerle otros sabores.
COMO EL HELADO MÁS TRADICIONAL
El término “sexo vainilla” nació en la comunidad BDSM (Bondage, Sadomasoquista). Ellos conciben ciertas prácticas sexuales como ese sabor de helado: clásico, un poquito conservador y aunque bien hecho pueden ser delicioso, a ellos particularmente, les resulta demasiado suave, desabrido, insípido. No es que haya nada en la vainilla que esté mal, en absoluto, es que tampoco hay nada que sea “wow”. El sexo vainilla es entonces sexo convencional, sin pretensiones, ínfulas ni espamentos. Busca el calorcito, el confort, no expone mucho al otro ni se deja exponer. Se trata de una “comfort zone” que no por su sencillez, deja de ser placentera y tampoco es necesariamente aburrida, aunque muchos no puedan reconocerlo.
En el libro de Tesler, finalmente el señor revela qué sabores le gustan a él. Son un poco más fuertes, definitivamente menos dulces y como era de esperar, más oscuros. El señor quiere esposas, antifaces, lubricante, aceites para el cuerpo. No lo sabemos bien, su amante tendrá que descubrirlo, pero imaginamos que también querrá arneses, dildos, látex y dilatadores. Vaya una a saber hasta dónde llegará este señor. Y vaya una a vislumbrar a dónde llegará ella, frente a un menú que le dará la posibilidad de elegir todo menos el misionero, el perrito y un pijama cómodo en la cama.
SEXO LISO Y LLANO
Tal vez la paciente de Tesler termine descubriendo que forma parte del Club de Defensores del Sexo Vainilla. Este Club no tiene carnets, pero existe y sus afiliados sostienen que quien no sabe disfrutar del soft/clean/clear sex, en realidad, no sabe disfrutar del sexo o debe replantearse la conexión con su amante.
Los cultores del sexo vainilla aseguran que cuando la atracción es real, el solo roce de cuerpos alcanza para lograr lo que pretende el otro bando haciendo semejante despliegue de artefactos sexuales.
Dicen que no hay nada más sexy que la cara de un amante recién despierto a la luz del día, sin ningún ornamento más que su piel.
Van más lejos y acusan de “no sentir realmente” y de buscar, a raíz de eso, estímulos cada vez más fuertes y enroscados.
ESTAS SON ALGUNAS DE LAS CERTEZAS DEL BANDO “VAINILLA”
1. La comodidad es un valor. Nada de poses enroscadas, fuerza muscular y malabarismo. Una cama súper acolchada, limpia, con rico perfume y sabanas suavecitas es el escenario ideal. El cuarto es un templo, como mucho, el desplazamiento es hacia una buena bañera repleta de espuma o una ducha calentita a metros de la cama.
2. El placer viene en cámara lenta. Si el raw repara en la potencia masculina, el slow hace hincapié en la suavidad y la observación de detalles. Encuentra su máxima expresión en el porno de Tumbl (plataforma de microblogueo que permite a sus usuarios publicar textos, imágenes, vídeos, enlaces, citas y audio a manera de tumblelog), concentrado en fragmentos puntuales, hiper pormenorizados y siempre deliciosamente bien iluminados
3. La impersonalidad deserotiza. Los vainilla huyen de las redes de levante en la que el tic tac de la ansiedad empieza a contar desde el primer “hola”. No tienen ninguna intención de forzar conexiones y prefieren el cara a cara.
4. La piel es la mejor lencería. Nada de mezquinar el contacto o contaminarlo con barreras. La lencería estorba, el látex causa gracia, el espamento resulta impostación.
5. Si hay ansiedad, no hay emoción. La previsibilidad construye confianza y la confianza permite la total entrega. No encuentran placer en la tensión. El sexo no es gimnasia, el sexo es un spa.
En el complejo mapa de prácticas sexuales actual, los vainilla encontraron su denominación y en la competencia de “quién es más moderno” ahora tienen cómo defenderse de los “sofisticados” del amor. Tal vez la paciente de Tesler no sea una aspirante a “Señora Grey” y se lo termine explicando al señor.
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