Momento inestable y muy delicado para la economía

Pasados los años de auge financiero debido a los altos precios de petróleo, del gas y de los minerales que ha significado para el país la tenencia de mucho dinero, llegó el tiempo de lo que se ha dado en llamar “las vacas flacas”; un lapso que implica tener que afrontar graves dificultades y, lo que resulta más problemático: no vislumbrar la perspectiva inmediata de ya no tener fuentes de ingresos que permitan solucionar los múltiples problemas financieros; no contar con los medios para nuevas inversiones y menos para compensar el IDH que percibían los departamentos del país.

No hay dinero, es la frase del momento. No lo hay porque no hubo la previsión de ser austeros, de pensar a futuro, de encarar solamente lo que sea factible de realizar, no entender que crear empresas “a fondo perdido” sin los estudios debidos, cual es el caso de Bulo-Bulo, Huanuni, fábricas de papel y cartones y otros, construcción de una línea de ferrocarril sin rieles y otras inversiones que se hicieron “al aire” y sin perspectiva alguna para corregirlas.

Otro grave problema: disponer, casi festinatoriamente, de las reservas internacionales netas que llegaron el año 2014 a más de 15 mil millones de dólares y hoy están, como máximo, con algo más de 8 mil millones y sin posibilidades de crecer. Por otra parte, contraer deudas indiscriminadamente, y, lo extremadamente grave: no obrar con austeridad, gastando solamente en lo más necesario y urgente; no tener ninguna visión para conseguir inversiones foráneas y del propio país; incrementar la deuda interna y no tener medida para gastar como en tiempos de bonanza utilizando recursos del Estado para construcciones faraónicas e innecesarias.

La situación, pues, se torna delicada e inestable porque tiende a complicarse puesto que surgen problemas graves para el gobierno que se ve acosado por una serie de reclamos y pedidos que permitan reponer lo que se tenía previsto y que no muestran soluciones siquiera mediatas porque la imposibilidad de encontrar nuevos yacimientos de gas y las perspectivas de inversión en la minería son escasas; los problemas de la producción de soya que crea casi angustia entre los productores que han manifestado el extremo “que sería preferible dedicarse al cultivo de coca cuyas utilidades son infinitamente superiores al precio de la soya” si no se encuentra remedios para la situación por la que atraviesan.

La situación es delicada y es inestable porque no se encuentran caminos de solución, especialmente porque estamos en un período pre-electoral en que surgen sentimientos contarios a la armonía entre una y otra parte de la política partidista que no encuentra cauces de entendimiento, en que los sentimientos son encontrados y las diferencias se hacen abismales; vivimos un tiempo de mucho desencuentro e incomprensión pese a que sabemos y hasta tenemos conciencia de que lo malo ocurrido en más de trece años no puede ser revertido; pero, en todo caso, podría encontrar caminos en que se corrijan las rutas seguidas hasta ahora, hecho que sería posible si todos los bolivianos tomamos conciencia de nuestras realidades y nos propongamos enfrentar lo que venga, pero en armonía y unidad, sin sentimientos revanchistas sino constructivamente con amplio espíritu y mucha responsabilidad porque lo ocurrido es, aunque en mínima parte, culpa de todos, de unos porque fueron actores directos de lo malo ocurrido y de los otros, la mayoría que aplicó la mala costumbre de “dejar hacer y dejar pasar”.

Cuando los pueblos adoptan posiciones de “resignación y constancia” forzosamente viven en condiciones poco propicias para las buenas, francas y valientes reacciones para enmendar lo malo hecho y corregir todo lo que humanamente sea posible hacer, teniendo conciencia de los hechos y encararlos con prontitud, serenidad y valentía sin caer en extremos y menos en posiciones de apronte porque el mal no se enmienda con mayores males, no se puede hacer que las aguas de un río corran hacia arriba y menos que las aguas saladas de los océanos se tornen dulces y bebibles.

El gobierno tendría mucho que hacer para enmendar yerros y buscar las formas de acercamiento y unidad entre todos dejando de lado odios, rencores y resentimientos que no tienen razón de ser y que solamente sirven para ahondar los males. Para empezar, es preciso que se cambien políticas hacia la producción y las exportaciones abriendo las compuertas de la libertad de exportación; debe actuar austeramente en los gastos; combatir enérgicamente al narcotráfico, a la corrupción y al contrabando; promover producción en las áreas rurales especialmente del occidente y atraer inversiones con las debidas garantías levantando la “espada de Damocles” que ha decidido, en trece años, poner sobre las cabezas de todo lo que sea privado o capitalista cuando él, como gobierno demuestra en sus aciertos y errores, ser también capitalista; en fin, habría mucho que hacer.

El país seguramente respondería a las buenas incitativas y a los ejemplos dignos porque el pueblo es sabio y sabe cómo obrar y reaccionar cuando hay altura, decencia, honestidad y manejo perfecto de la realidad del país que le pertenece y quiere hacerlo propenso al desarrollo y progreso.