Gobierno vitalicio

Lo que no se ha dado en Bolivia durante gobiernos constitucionales, está por concretarse con el actual gobierno. Sus seguidores alegan que nadie como ellos habían efectuado tantas obras, sin considerar niveles de corrupción que ningún gobierno anterior había alcanzado. Para ellos no hay nadie como el dirigente máximo de los cocaleros que con formación sindical logra por primera vez la Presidencia de Bolivia, repartiendo dinero a diestra y siniestra, mediante la política de préstamos sin respaldo financiero, con respaldo de indígenas y grupos sociales, entre los cuales sobresalen los mineros, la COB, todo ello por una lucha sindical incierta.

Pero no todos se subordinan al actual gobierno, muchos ciudadanos no están de acuerdo con un gobierno que sea vitalicio, aniquilando a los partidos, por lo que el futuro sería negro para Bolivia.

Se gobierna con apoyo de países de tinte izquierdista, entre ellos Cuba y Venezuela. A tal extremo llega este respaldo, que Luis Almagro, Secretario general de la OEA, visitó oficialmente al gobierno boliviano, con la pretensión de ser reelegido en ese organismo americano, posición que no es apoyada por otros países. No se olvida que Almagro fue Ministro de Relaciones del gobierno izquierdista uruguayo de José Mujica.

Por otra parte, la oposición política del país pide cambio total en el Tribunal Supremo Electoral que ha sido nombrado por la Asamblea Legislativa, con instrucciones del Ejecutivo para maniobrar las elecciones que se avecinan y preparar un triunfo fraudulento. Por ello es imposible que el actual gobierno dé paso a la petición opositora, porque es su seguro para dicha reelección.

Las Plataformas del 21F, fuerte bloque opositor, piden respeto al resultado del referéndum de 2016 que dijo NO a la reelección de Evo Morales y Álvaro García Linera, lo que significó un duro golpe para el prorroguismo en el poder. La reclamación que se pretende hacer en la OEA no será bien acogida porque ella está en manos de Almagro. Lo mejor sería recurrir directamente a la ONU, solicitando el envío de una comisión oficial de ese organismo a Bolivia, para que constate nuestra situación política. Al mismo tiempo, que envíe otra comisión para control de las elecciones generales de octubre.

En realidad se debería controlar el desarrollo de las elecciones en el campo, donde el oficialismo tiene su carta de triunfo por el control político que ejerce allí. Es posible el control en las ciudades por los mismos ciudadanos, lo que hace difícil la alteración de resultados oficiales. Eso no ocurre en áreas rurales, donde es posible el fraude electoral, por falta de control o si lo hay, es muy poco. Los partidos opositores tienen que organizarse para ir a los puntos de votación y vigilar. El oficialismo cuenta con un triunfo aplastante en el campo y esto es preocupante.

Pero lograr mayoría en la Asamblea Legislativa es muy difícil conseguirlo, porque la situación política ha cambiado. Además la mayoría parlamentaria solo sirvió para imponer criterios políticos que muchas veces fueron en contra de los intereses de la mayoría. La oposición parlamentaria solo era de nombre, quedando muchas veces en situación ridícula.

Hoy la mayoría parlamentaria oficialista gobierna a gusto, sin que nadie le haga frente. Es hora de que haya pluralidad y paridad en la próxima Asamblea Legislativa, para evitar más enfrentamientos entre bolivianos.

El autor es Profesor Emérito de la UMSA.