Fiesta Mayor de los Andes
> Se espera que a fin de año, la Unesco responda a la postulación presentada por las autoridades nacionales para que la fiesta sea declarada Patrimonio Intangible de la Humanidad
La Paz.- La fiesta del Gran Poder se celebró ayer en La Paz con un derroche de color, lujo y ritmo a cargo de decenas de miles de bailarines y músicos que se lucen en una de las tradiciones más multitudinarias en Bolivia que busca su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.
Los participantes bailan en devoción del Señor Jesús del Gran Poder, patrono de la fiesta, con la promesa de danzar durante tres años en su honor a cambio de que les cumpla sus peticiones.
La festividad, conocida también como Fiesta Mayor de los Andes, es una expresión que representa la “característica central de La Paz que es la diversidad cultural, la interculturalidad, este tejido social que se genera en torno a la fe y a nuestras culturas”, indicó a Efe el secretario municipal de Culturas, Andrés Zaratti.
Esta edición, que es la número 45, ha generado altas expectativas pues se espera que a fin de año la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) responda a la postulación presentada por las autoridades bolivianas para que la fiesta sea declarada Patrimonio Intangible de la Humanidad.
“Es por eso que este año estamos en plena campaña para que la Unesco pueda aceptar nuestra postulación (...) y eso hace que nos sintamos más orgullosos y con mayor fuerza”, resaltó Zaratti.
Con ese objetivo, se decidió hacer un control más estricto al reglamento de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder que prohíbe a los bailarines el uso de elementos que distorsionen los trajes o que no sean parte de las vestimentas, como gafas de sol, pañoletas o cintillos para recoger el cabello.
También rige una prohibición a la participación de menores de 12 años, quienes bailaron en su propio Gran Poder en miniatura en abril pasado, a modo de festejar también el Día del Niño Boliviano.
El desfile folklórico, que empezó a primera hora, fue precedido por un grupo de amautas o sabios andinos, seguidos por algunos fraternos que mostraron pancartas con mensajes en contra de la violencia hacia las mujeres, para dar paso luego a la fiesta.
Agrupados en 72 fraternidades, más de 40.000 danzarines, en su mayoría de origen aymara, y 7.000 músicos recorren 5 kilómetros interpretando diversas danzas bolivianas desde el barrio Garita de Lima, en el noroeste de la ciudad, hasta el centro de La Paz.
Los participantes bailan en devoción del Señor Jesús del Gran Poder, patrono de la fiesta, con la promesa de danzar durante tres años en su honor a cambio de que les cumpla sus peticiones.
El Gran Poder nació a principios del siglo pasado con fiestas indígenas en barrios populosos, pero se convirtió en una muestra folclórico-callejera alrededor de 1940.
La reina del desfile es la morenada, una danza que es la preferida por los aimaras porque les permite exhibir su poder económico en lujosas máscaras, trajes, vestidos y joyas.
Una de las figuras de esta danza es la emblemática y elegante chola paceña, la mujer aimara con la larga cabellera recogida en dos trenzas, que luce sus mejores galas en esta festividad, incluido su tradicional bombín de colores oscuros, además de pollera, blusa y manta con tonos encendidos y joyas valiosas.
Los hombres, llamados “morenos”, lucen pesados trajes bordados con lentejuelas, perlas y cuentas, además de máscaras coronadas con enormes plumas que se mueven de un lado a otro al ritmo del paso lento y acompasado de esta danza.
Además de la morenada, se exhiben otras danzas bolivianas como la alegre kullaguada, el enérgico tinku, el acompasado suri sicuri o el waca waca, una sátira de las corridas de toros que se popularizaron en el altiplano boliviano desde la colonia.
Las agrupaciones son acompañadas por bandas de músicos bien uniformados que exhiben sus propias coreografías.
El poderío de la festividad queda patente en el movimiento económico que genera y que la Alcaldía paceña calcula que este año puede llegar a los 120 millones de dólares.
Esa cifra supone un crecimiento del 130 por ciento con respecto a los 52 millones de dólares registrados en 2012, según el municipio.
El movimiento económico incluye no solamente lo que se genera en el mismo desfile, sino “todo lo que implica la festividad”, desde las actividades previas que se realizan desde principios de año hasta una premiación a las mejores fraternidades días después de la entrada, explicó Zaratti. (EFE)
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