En la década de 1880 empieza la siembra y exportación de bananos en Costa Rica. Intereses estadounidenses compran tierra de cultivo a lo largo de las líneas de un ferrocarril poco rentable que encuentra en el transporte y comercio de bananas una mejor renta. Así nace la Tropical Trading Company que en pocos años controla la producción de bananos en Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Honduras y el Caribe. En 1899 se forma la conocida “Yanay,” o la United Fruit Company, UFC, que también es dueña de una flota mercante, absorbe compañías pequeñas y compra tierras que deja baldías de modo que la gente no tenga más opción que trabajar en los sembradíos bananeros de la UFC que paga poco y gana mucho, sobre todo con la exportación a EEUU.
En los 1930 la UFC está en su mayor apogeo. Extiende su red ferroviaria en Guatemala y El Salvador para solo transportar banano. Evita la competencia comprando tierras que no trabaja. Influye para que los gobiernos jamás recurran al reparto de tierras ni menos acepten la formación de sindicatos de trabajadores, paga poco impuesto. Hubo gobernantes centroamericanos accionistas de la UFC y por lo tanto acoplados y fieles servidores.
El democráticamente electo, “soldado del pueblo,” coronel Jacobo Árbens (1913-1971) de Guatemala es acusado de comunista y reemplazado en 1957 en un coup d’etat, u operación Pbsuccess de la CIA, por el coronel C. Castillo Armas que resultaría fiel a los intereses extranjeros. Los Somoza de Nicaragua, otro tanto. Lo mismo acaece en El Salvador y Honduras. Así, los países centroamericanos se ven enfrascados en la producción del banano, cuyo precio es determinado por EEUU.
El resultado es la costosa y cruel ausencia de un desarrollo económico balanceado en estos países que, desde hace décadas, se han convertido en un fenómeno migratorio sobre todo al país que “compra fruta,” pero que incluso hoy, en la era post UFC, descuida la gestación de un “Plan Marshall” de Centro América que de una vez por todas inicie el desarrollo balanceado y sostenible de la región.
Como hasta hoy no hay tal, la migración por miles a EEUU se convierte en una constante que provoca la ira del presidente D. Trump, nacionalista de pura raza, que torna la frontera sur del país en “zona de guerra” donde envía miles de soldados que como “enemigo” ven a hombres, mujeres y niños que buscan paz, tranquilidad y trabajo. En vista de semejante campo de conflicto y hasta de batalla donde los niños son incluso separados de sus madres, los centroamericanos que buscan asilo en Europa han aumentado hasta un 4.000% en la última década, según el NYT, y el porcentaje aumenta. Cerca de 7.800 en 2018, 4.835 en 2017.
Obviamente, España es el destino preferido porque la probabilidad de encontrar parientes o amigos, y trabajar en el sector informal, es mayor que en EEUU. Se sabe que el viaje a Europa es más seguro y menos oneroso… que pagar hasta US$ 10,000 a intermediarios para pasar por México y llegar a la frontera de EEUU.
Contrario a España, Bélgica reconoce la violencia de armas de fuego como razón para conceder asilo y por eso se ha convertido en el tercer país de preferencia para los que lo buscan, después de España e Italia. En 2018 Bélgica recibió 288 solicitudes, 244 en los que va de 2019, 25 en 2014 y ninguna en 2009. España reconoce la persecución estatal como razón de asilo. Además, a los que rechaza, generalmente concede la opción de apelar… que permite una permanencia prolongada.
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