Clepsidra
Militarizar un departamento, una ciudad, o simplemente un aeropuerto u organismo administrativo de cualquier región nacional es una medida extrema propia de los regímenes militares, empero, su aplicación es también autorizada por la propia Constitución, por tiempo limitado y con aprobación congresal, cuando la Policía, llamada a precautelar la seguridad ciudadana, ha sido rebasada en su intento de imponer el orden, ante la arremetida de fuerzas forajidas superiores a ella.
La noticia de que ciertas poblaciones del Beni, tales como su capital Trinidad y Santa Ana de Yacuma fueron militarizadas como parte de una operación de combate contra el narcotráfico, nos conmueve y preocupa, ya que, como señalamos líneas arriba, si bien es cierto que hubo un tiempo en que dicha actividad criminal se circunscribió a ese departamento, no es menos cierto que ésta se ha diversificado de tal manera, que ha llegado a contaminar inmensas áreas de la geografía nacional, sin que éstas hayan tenido que ser militarizadas, porque suponemos que los organismos policiales cumplían eficientemente su tarea de erradicación y combate a ese ilícito, salvo que éstas se hayan opuesto a asegurar el traslado de futuros votantes masistas para las elecciones de octubre, como se ha evidenciado a través de las redes sociales, con gente que ya está siendo inscrita, hasta en casas particulares.
Sin embargo, al militarizar estas localidades benianas, se pone en evidencia una grave escisión con la fuerza del orden, ya pronosticada por S.E. el día 28 de mayo pasado, al afirmar: “En el Beni hay narcotraficantes que dominan las comunidades y los municipios, de cuya realidad estarían enterados los comandantes de la Policía”. Tal aseveración desvela dos cosas; o se trata de un simple jalón de orejas, o el roce con ella persiste desde hace siete años, cuando el Gral. Jorge Santiesteban fue destituido de la comandancia por supuestas amenazas de muerte a la entonces ministra de Transparencia y Lucha Contra el Narcotráfico, Nardy Suxo.
Al igual que Don Quijote aconsejando a Sancho, antes que éste asuma la gobernación de la Isla Barataria, recordamos uno de los consejos que Fidel Castro le dio por carta al finado micomandante Chávez, sobre el trato que éste debía guardar con la Policía, luego de tomar el poder en Venezuela: “Controla la policía, destrúyela, ponla a tu disposición”, le dijo, de la misma forma que él hizo en Cuba, sustituyéndola por fuerzas militares. Curiosamente, algo similar nos estaría ocurriendo al crearse esa discordia entre ambas, lo que se convertiría en un divorcio absoluto, o algo peor.
Para la lucha contra el narcotráfico o para asegurar el manejo del voto en aquellas regiones en las que el MAS ha detectado una fuerte corriente de oposición a su reelección, consideramos desproporcionada la medida militar, salvo que se quiera llevar este alejamiento con la policía a ese divorcio absoluto, pudiendo quedarse en una simple separación de cuerpos.
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