Últimamente los bolivianos estamos muy “enguerrillados”. Posiblemente por la situación electoral que se impone en el país. Denuncias, acusaciones y agresiones verbales están al orden del día, no faltaron las agresiones físicas. Es un panorama político desalentador.
Por consiguiente: la reconciliación y pacificación nacionales deberían surgir de las urnas del evento electoral próximo. No es conveniente que sigamos asistiendo a este sainete político virulento. Deberíamos tender a que termine de una buena vez.
Y que los resultados electorales de octubre de 2019 signifiquen el avance hacia la unidad, paz y libertad, en un marco de convivencia civilizada. A este propósito deberían contribuir, con ideas y actitudes, todos quienes practican política a tiempo completo.
Que el voto del ciudadano sea un aliciente para construir un país con menos desigualdad. Que los más vulnerables reciban mayor atención en salud, educación, alimentación y servicios básicos, porque son el pueblo sufriente. Y quienes representan al poder económico deberían también ayudar a esta cruzada.
Que surja en octubre un gobierno, no importa su color ni sigla, con grandes objetivos, a favor del desarrollo nacional. Que Bolivia, de esta manera, sea referente de progreso y bienestar social en el mundo.
Que se elija, asimismo, un gobierno sin revanchismo, sino animado por el espíritu del perdón y la reconciliación, a fin que retorne la tolerancia en política, que siempre ha sido una actividad ingrata. Uno que no tenga tirria al adversario coyuntural.
Los bolivianos, con la experiencia de más de 30 años de democracia, esperan contar con un gobierno de elevada sensibilidad social. Es decir que escuche el clamor de quienes piden pan, techo y libertad. De quienes no pueden llenar la canasta familiar con miserables 100 bolivianos. De quiénes han frustrado a sus hijos en el crecimiento físico e intelectual.
Los bolivianos, hasta antes de 1982, caminaban sin orientación en el quehacer político. Sabían poco o nada sobre democracia. Sobre su origen, sus conquistas y su práctica. Las dictaduras no le permitieron asimilar ni discernir esa corriente política. No tuvieron lugar para desarrollarse en un contexto democrático, pluralista y de libertad. Hoy las cosas han cambiado radicalmente y por ello se exige transformaciones para transitar hacia un mundo mejor, siempre bajo el paraguas democrático.
Que Bolivia resurja, de las urnas de octubre 2019, fortalecida y predispuesta a aceptar los retos del futuro, por el bien común.
En suma: ojalá no sean defraudados por oscuros intereses.
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