Cocaleros de Yungas y un plan implacable

Las luchas intestinas en los Yungas de La Paz con el costo de por lo menos dos vidas humanas al presente y de varios heridos, se desarrolla como parte de la política oficial de sembrar el paralelismo divisionista en sectores y gremios que se alejan de sus directivas y planes políticos. Cuando esto ocurre, la destrucción del sector disidente es implacable y no se detiene ante ningún límite. Como muestra lo sucedido en Trinidad Pampa. Se trata de una pugna de poder que enfrenta a cocaleros del Chapare y Yungas, escenario en el que el Chapare acaparó siempre mucho poder, además de tener influencia determinante en muchas decisiones del Gobierno.

Una vez que el oficialismo echa calda, el ambiente se hace propicio para atizar los ánimos belicosos del campesinado nacional, clima en el que no faltan caciques oportunistas esmerados en azuzar desmanes como medio de hacer méritos ante el Gobierno, por su parte atento a premiarles con cargos electivos en el país. Tanto más ahora que debe conformar sus planchas para diputados y senadores.

La disputa entre el Chapare y Yungas tomó cuerpo por la nueva Ley de la Coca que amplía la superficie cultivable en el trópico cochabambino. La rebeldía del presidente de Adepcoca, Franklin Gutiérrez, y su procesamiento y detención dan continuidad al conflicto. Este dirigente había tenido la osadía de proclamarse candidato a la presidencia frente al presidente y candidato Evo Morales. Un contendor cocalero de Yungas en disputa con otro contendor del Chapare, gran pecado.

El mercado de la hoja de Villa Fátima reconocido como legal a través de décadas por los Gobiernos, se convierte en objetivo de anulación por el régimen actual en su plan de boicot a Adepcoca. El Gobierno aunque lo niegue implanta otro mercado paralelo, desviando los “taques” de coca de Yungas a este nuevo. A propósito crea la tarjeta “amarilla” en sustitución de la “verde” de registro de Adepcoca.

Este balde de gasolina inflama más el fuego cruzado in situ, del nuevo instrumento oficialista contra el tradicional. El viernes 19 en la ofensiva implacable, la Policía irrumpe en la sede de Adepcoca quebrando puertas y chapas. Supuestamente halla cartuchos de dinamita. En cambio se le acusa de llevar computadoras y otros elementos de trabajo. En la Asunta había muerto acribillado Eduardo Apaza, se dice militante del MAS. En represalia, en Trinidad Pampa el día 22 es asesinado a pedradas y cuchilladas el dirigente regional Miguel Coico, después de ataques y contra ataques de las dos facciones desde el día 19 a la fecha. Confusamente de por medio aparece una supuesta poza de maceración próxima a Trinidad Pampa, atribuida a gente oficialista motivando más violencia.