Encontré casualmente la revista National Geographic de enero de 2007, que lleva el título en la portada: “AMAZONAS de bosques a granjas”, la batalla para detener el avance de la apropiación de la tierra. En la primera parte del análisis sobre este problema, el analista Scott Wallace nos hace conocer que: “En el tiempo que toma leer este artículo, una extensión más grande que 200 campos de fútbol habrán sido destruidos”.
Prosigue: “las fuerzas de mercado de la globalización están invadiendo la zona Amazónica del Brasil (y también la de Bolivia) acelerando la desaparición del bosque y disminuyendo sus más destacadas características. En las pasadas tres décadas cientos de personas han muerto en las guerras por la tierra; innumerables otros enfrentan miedo e incertidumbre, sus vidas son amenazadas por aquellos que obtienen ganancias del robo de la madera y la tierra. En esta tierra de la frontera del Far West de fusiles, motosierras y bulldozers, los agentes del gobierno son a menudo corruptos e inefectivos o pobremente equipados y superados. En la actualidad, los productores a escala industrial de la soya se están asociando con los madereros y productores de ganado bovino en la apropiación de la tierra, acelerando la destrucción y la subsiguiente fragmentación de la gran área silvestre brasileña”.
Estimado amigo lector, ¿no reconoce usted en el párrafo anterior un retrato fiel de lo que está sucediendo en nuestro territorio entre los departamentos de Santa Cruz y Beni? El cambio de uso de las tierras de bosques pluviales devastados para aprovechar la madera y dedicar los suelos a cultivos agroindustriales y la conversión a pasturas.
Prosigue el análisis del NG: Durante los pasados cuarenta años, alrededor del 20% del bosque amazónico lluvioso se ha deforestado -más que en todos los previos 450 años desde que se inició la colonización europea. El porcentaje podría ser mucho más alto; la cifra falla de contabilizar el corte forestal selectivo, el cual causa daño significativo, pero es menos fácilmente observable que la deforestación plena. Los científicos temen que un adicional 20% de los árboles se perseguirá en las siguientes dos décadas.
En el Brasil, los eventos puestos en movimiento por la deforestación son casi siempre más destructivos que la misma deforestación. A ésta le sigue una mezcla explosiva de colonos intrusos, especuladores, rancheros, granjeros e invariablemente gatilleros contratados. Los tiburones de la tierra siguen los caminos profundamente en lo que antes eran bosques impenetrables, luego destruyen las comarcas para hacerlas aparecer como si fueran de su propiedad.
Información más reciente sobre este problema nos provee la FAO, institución que nos informa lo siguiente: El dato de deforestación es un 34,84% superior a la superficie talada detectada por satélite en el año pluviométrico anterior (2.050,97 kilómetros cuadrados, entre agosto de 2011 y julio de 2012). La deforestación de la Amazonia brasileña aceleró de ritmo y aumentó un tercio en el último año, lo que supuso acabar con ocho años de trayectoria descendente, según cifras preliminares divulgadas por una fuente oficial.
La Amazonia perdió 2.765,62 kilómetros cuadrados de selva entre agosto de 2012 y julio de 2013 -el año pluviométrico que el Gobierno brasileño usa como referencia-, según datos del sistema de vigilancia por satélite DETER, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por su sigla en portugués). El dato de deforestación es un 34,84 % superior a la superficie talada detectada por satélite en el año pluviométrico anterior (2.050,97 kilómetros cuadrados, entre agosto de 2011 y julio de 2012).
Estos datos son incompletos, porque dependen de la densidad de las nubes y porque el satélite sólo detecta áreas taladas de gran tamaño, de más de 25 kilómetros cuadrados, por lo que el Gobierno posteriormente revisa esas cifras al alza usando otras fuentes de información, con lo que llega a duplicar los cálculos del INPE. De este modo, el balance oficial del Gobierno entre agosto de 2011 y julio de 2012 reflejó que la selva amazónica perdió en ese período 4.571 kilómetros cuadrados, lo que fue la menor cifra desde 1988. Espero poder ofrecer las cifras sobre la situación en nuestro país, en mi próximo artículo.
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