Son 14 los años en los que el gobierno del MAS y su entorno utilizan retóricas ambivalentes para justificar su democracia “gatuperio” (Léase, embrollo, bromas, intriga), con muletillas, entre ellas, pletóricas de racismo, discriminación e insultos a guisa de “cuñas”, para justificarse. Ante el descontento social, se “victimizan” (con la colonia, los k’aras, el imperio, dicen). Y es que los Tartufos son “serios” en sus intrigas, comedias, sátiras, cuanto más burdos mejor, el objeto es distraer y mostrarse como “alternativa “patriótica” en un contexto “circense”.
Los Tartufos son esos personajes hipócritas, falsos, expertos en su hipocresía odiosa, pues tienden -siempre- a los engaños y actitudes rastreras. “Bromean” y juegan a ser “políticos”. No dudan en aprovecharse de los inocentes que creen en sus palabras, confundiendo al soberano con improperios y exabruptos. Son los bufones que “divierten”, que muchos prefieren reírse: ¿acaso no es jocoso eso de “debatir con el pueblo”? ¿“Dividir” a las organizaciones que interpelen sus chambonadas gubernamentales? ¿Designar vocales electorales de su camada? ¿No es jocoso, la difusión (14 años) de imágenes del no-candidato?, claro que sí, incluso, es una aberración y posiblemente un delito. Y es que hasta para ser Tartufo se requiere sentido común y alguna poca de creatividad, y eso no se compra (ni “nacionaliza”) en mercado alguno.
Los Tartufos surgen emulando, satíricamente, a los jacobinos (falsa izquierda) en París (1886). Su primer engaño es denostar a Rousseau y su “pacto social”. Por ello, su S.E. sigue destilando demagogia -pero- jocosa, y es que –muchos- siguen creyendo en su retórica “socialista tartufiana” que le supone un apoyo significativo. A 14 año, pocos percatan que él es resultado de la crisis estructural, pero no como un líder esclarecido, con un programa o una propuesta para la crisis, sino como resultado del “voto castigo”, un “voto bronca”, un “voto ciego”. Uno de los principales ideólogos del proceso de cambio, Hugo Moldiz, en varios programas de medios (Radio Panamericana, octubre 2014) reconoció: “sabemos lo que no queremos”, pero “no sabemos lo que queremos”, una tartufiada sin precedentes.
¿En qué momento Bolivia fue secuestrada por un Tartufo? ¿Por qué se devalúa la Constitución Política del Estado? ¿Cuándo se perdió los más elementales derechos humanos? Ahora, se tiene terror a disentir. A escribir un artículo y decir yo opino…. Para los Tartufos la moral democrática es un acto circense, pues si bien nadie les presionó, convocaron a un referéndum el 21 de febrero de 2016 para habilitarse como candidatos, pero el soberano les negó su “re-re-postulación”, lo que significa que el Art. 168 de la CPE sigue vigente, pero los sátiros no lo aceptan y violan la voluntad popular.
Jocosamente y con disimulo apoyan candidatos -de taxi partidos- que no llegan ni al 10% de preferencia electoral. Sabedores de su afán “tartufiano”, de su cinismo. Estos hipócritas esperan el logro de algún curul (diputado o senador) para ofertarse al mejor “postor”. El temor del Tartufo al candidato de CC es tal, que “sufren” a priori una derrota electoral, por lo que el gatilleo de calumnias y juicios enteléticos busca “distraer” esa preferencia contundente de CC. De hecho, estoy seguro que hasta octubre, no sabremos con certeza si hay o no elecciones. Si se da, por donde se mire mucho indica un probable fraude, seguida de la cooptación (léase, compra) de los “legisladores intrascendentes”. Esa es la política de los Tartufos.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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