El Gran Premio de Austria, el noveno del Mundial de F1, que ganó ayer el holandés Max Verstappen, sirvió, durante todo el fin de semana, como homenaje a Niki Lauda -triple campeón del mundo, mito de la categoría reina y una de las más importantes figuras en el plano internacional de toda la historia de este país-, fallecido el pasado 20 de mayo.
Lauda, que seis días después de fallecer en un hospital de Zúrich (Suiza) fue despedido en un multitudinario funeral en la catedral de su Viena natal, ganó tres Mundiales y 25 carreras en la categoría reina, la primera de ellas en el Gran Premio de España de 1974, en el madrileño circuito del Jarama; y este fin de semana, sobre todo ayer, recibió un sentido homenaje en la pista en la que en 1984 se convirtió en el único austríaco en ganar el GP de Austria.
El irrepetible Niki subió 54 veces al podio y firmó 24 ‘poles’ y 24 vueltas rápidas en la Fórmula Uno; en la que su brutal accidente en 1976, en el Nürburgring alemán, en el que milagrosamente se salvó de perecer entre las llamas, lo marcó a perpetuidad, uniendo para siempre su imagen a la de su inseparable gorra roja.
Lauda ganó el Mundial de 1975 a bordo del Ferrari 312 T número 12, un monoplaza que estuvo expuesto todo el fin de semana como una auténtica joya, a la entrada del Red Bull Ring de Spielberg. Donde cuatro años antes había debutado en la categoría reina (no acabó la carrera) a bordo de un March.
En total se repartieron ayer 60.000 gorras rojas con el lema de “Danke, Niki” (“Gracias, Niki”). EFE
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