Felipe Rodríguez Álvarez
Se acerca el 20 de octubre de 2019, día en que los bolivianos elegiremos a las autoridades que gobernarán Bolivia. Los candidatos se muestran cariñosos y humildes en su trato con cualquier mortal que puede votar para que sea elegido gobernante. Pero, ¿será que siempre tratan de esta manera a la gente que no tiene poder económico ni político para postularse para gobernante? O, por el contrario, detrás de esa mirada buena de postulante, tan solo se esconde un desvergonzado personaje que quiere atraer a la gente a su lado para que no le recuerde su anterior vida política que lo acusa de haber saqueado y esquilmado a su pueblo. Y quiere otra vez que lo elija presidente de un pueblo que se debate entre el poder económico de los nuevos millonarios que entraron sin nada a gobernar Bolivia y resulta que ahora algunos declaran fortunas millonarias, producto “dizque” de su horrado y sacrificado trabajo de más de doce o veinte años.
Estamos casi seguros que estos temibles personajes no podrán justificar esta acelerada acumulación de riqueza a su favor, como siempre acontece con todos los que gobernaron para algunos y no para todos los bolivianos. En la década de los años 60 del siglo pasado, los adolescentes solíamos encontrar frases escritas como estas: “Mono Esterlinas” y esto nos obligaba a investigar acerca del significado de estas frases alusivas, al parecer, al mejor estadista que había gobernado Bolivia, pero que a pesar de todo había resultado sospechoso de la desaparición de este material monetario de la época de la reina victoria de Inglaterra.
Hoy resulta que uno de los principales postulantes a ocupar la silla presidencial hace alarde de haber derrotado anticipadamente a sus rivales, sin mover un solo dedo de sus manos sin mancha de robos al Estado boliviano. En tanto que sus desesperados contrarios lo desacreditan con el argumento de que ha sacado de la pobreza a sus amigos y allegados en los doce años que administró la plata de los bolivianos. Y, por otra parte, ha empobrecido a otro sector de la población que no es de la línea política que abraza su gobierno. De cuando en cuando, sigue achacando a sus rivales de haberle hecho perder popularidad malinterpretando su relación sentimental con una dama boliviana, actitud innoble y malintencionada que lo perjudica políticamente para ser presidente, sin reparar que por tratarse de un asunto personal y particular, de los efectos perjudiciales de esta relación amorosa no se puede culpar a un sector de la población boliviana. En otras palabras, como diría algún ciudadano indignado cuando ocurren estas cosas: “es su problema, a nosotros qué nos importa”. Por lo mismo, sea cual fuere el resultado de las elecciones de octubre, debiera respetar y aceptar ese resultado.
Aparece también en el escenario político un postulante de aspecto benedictino o de misántropo que aparentemente no quiere cruzar ni una mirada con ningún malvado o ladrón que pisa la tierra, porque él se considera habilitado para gobernar Bolivia por su honestidad e intelecto, pero no se da cuenta que el pueblo boliviano difícilmente borrara de su memoria esos indicios que hacen imaginar su participación dolosa en la construcción de carreteras en el oriente boliviano. También es sospechoso de haber autorizado la incineración de documentos que acreditaban la malversación de miles de dólares que estaban destinados a cubrir servicios reservados del Estado. Todos estos rastros lo muestran como un personaje que suscita dudas acerca de su honradez en el manejo de la cosa pública, cuando se haga cargo del gobierno de Bolivia.
Finalmente, hay uno que dice tener las manos limpias de cualquier latrocinio y estar listo para gobernar Bolivia, pero olvida que la oportunidad hace al ladrón, cuando no hay oportunidad no hay ladrón. Entre otras cosas, también empaña su imagen de verdadero boliviano lo que dijera en una de sus intervenciones públicas: para entrar al Departamento de Santa Cruz los collas tienen que mostrar pasaporte, como si se tratara del ingreso a otro país, olvidando que Bolivia es un solo país que también comprende ese Departamento oriental.
Dicho sea de paso, por si no lo sabe, defendido y conservado por los bravos combatientes de los regimientos bolivianos “Florida” y “Warnes” en la Guerra del Chaco, pues estos bravos combatientes derramaron su sangre combatiendo contra los ejércitos paraguayos a escasos kilómetros de Santa Cruz, para para impedir el asalto y la ocupación militar de este Departamento petrolero.
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