Neymar y Lionel Messi, los astros que estaban llamados a conducir a sus selecciones a la conquista de un título redentor, quedaron por fuera de la coronación de la fiesta de la Copa América, pues el primero ni asistió por una lesión y el segundo la abandonó expulsado y con agravios a los organizadores.
Brasil, sin un equipo de figuras, salvo la aparición de Everton, el goleador del torneo con tres, ha dado forma a un conjunto de obreros apoyado por el buen momento de los experimentados Thiago Silva y el capitán Daniel Alves, proclamado el mejor del torneo.
Tite y sus pupilos vinieron, jugaron y vencieron sin necesitar de Neymar, que lo vio todo desde la tribuna. Las lesiones, sus problemas personales y el debate sobre su futuro, en el que vuelve a aparecer el Barcelona parecen ingredientes para un culebrón.
El enfrentamiento de Messi con la Conmebol se desató a raíz de sus críticas a los arbitrajes, especialmente en jugadas que los argentinos alegaron como penaltis no concedidos ni contrastados con el VAR por el ecuatoriano Roddy Zambrano en el partido de semifinales que ganó Brasil por 2-0.
Pero días atrás el capitán ya había mostrado su enfado al quejarse del estado deplorable de las canchas en las que había jugado Argentina, y el 6 de julio las buenas formas se agotaron con su expulsión en una jugada en la que también vio la roja el chileno Gary Medel.
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