En circunstancias que el país está en conflicto, como resultado de la tozudez y la falta de vergüenza de los políticos que han emprendido la competencia electoral, hagamos votos porque retorne la paz, la cordura y la unidad, por el bien común.
En esa perspectiva debemos extremar esfuerzos, y aunar voluntades, porque la Patria está por encima de intereses sectarios, partidarios y de la consigna que proviene de fuera. Y quienes representan al gobierno, que reflexionen en esa dirección. Que los que llevan la batuta de la oposición analicen también esa situación. Además este estado de cosas incumbe a todos los hombres y mujeres que se cobijan bajo el rojo, amarillo y verde. Por Bolivia se debería renunciar, inclusive, a la vida. Ahora y siempre.
Así es nuestra Bolivia, quiérase o no, a la que debemos amarla con lealtad y servirla con humildad. Es necesario hacerlo en el entendido de que los gobiernos, de tinte derechista o izquierdista, con logros y frustraciones, pasan de manera vertiginosa, pero las instituciones quedan. Y los políticos también corren la misma suerte. En este marco, la Patria queda como un valioso legado para los que vienen.
Al mismo tiempo debemos renovar nuestra fe en Bolivia, que nos acunó cuando vinimos al mundo y guardará nuestros huesos en su santo regazo, con seguridad, cuando hayamos expirado.
Renovemos nuestra fe en Bolivia, en momentos que sobrevive a la conspiración política. En momentos que el proceso electoral, cuya culminación está prevista para el venidero 20 de octubre, es duramente impugnado por muchos y aceptado ciegamente por otros. En momentos que denuncias de posibles hechos de fraude electoral, trascendieron fuera de nuestras fronteras. En momentos que se hace patente la calificación y descalificación de los presidenciables. En momentos que surgen las amenazas e intimidaciones racistas de algunos sectores trasnochados. En momentos que se debate el origen de recursos, destinados para la campaña electoral, mientras que la pobreza y extrema pobreza hincan sus dientes de león, en la carne de los amplios sectores populares. Por ello es menester e imperioso identificarnos con Bolivia digna de un mejor destino.
Bolivia ha sobrevivido a la agresión externa, que significó el enclaustramiento marítimo; a la contienda bélica, cuyo resultado fue el desmembramiento territorial; a la brutal hiperinflación, entre otras cosas. Y ahora sabrá, igualmente, sobreponerse. En hora buena.
Desde 1825 a la fecha, bajo gobiernos de diferentes tendencias, Bolivia ha logrado, asimismo, ciertos avances, pero queda mucho por hacer. Las próximas generaciones seguirán bregando en este afán. Recordemos que ella surgió a la vida libre, independiente y soberana, rodeada de serias necesidades materiales.
En suma: todos quienes se precian de ser bolivianos, y de haber nacido en esta bendita tierra, aún tienen tiempo para cerrar filas, en torno a la Patria Grande: BOLIVIA.
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