Cartas
Señor Director:
Con absoluta fe y confianza en su periódico, paladín de la Libertad de Prensa, me propongo conseguir argumentos que coadyuven a muchos litigantes a derrocar la podrida justicia en nuestro país, ya que durante años somos víctimas de ella. Quiero tocar, señor Director, el Art. 107 del Código Procesal Civil y concretamente el que establece la preclusión.
Los jueces y vocales de Corte, con mucha rapidez y como un “acto de verdad y justicia”, en sus resoluciones utilizan la palabra mágica de preclusión, como salvaguarda para encubrir hechos dolosos de los procesos, que no tienen tiempo de analizar y aunque así fuera, que es imposible, solo quieren liberarse de la responsabilidad, aplicando este artículo inmediatamente, aunque a la vista tengan actos claros de corrupción y pruebas en el proceso que indican que se está cometiendo una gran injusticia.
Lo peor es que muchas veces los dolos vienen de atrás, son otros los que obraron mal, pero ellos no tienen ningún perjuicio en consolidarlos, aprobarlos y estampar su firma, simplemente porque todo reclamo HA PRECLUIDO.
Tal parece que este artículo, que fue hecho con buena intención, para abreviar los procesos, ha servido únicamente para afectar a miles de litigantes que pretendemos defender nuestras propiedades hipotecadas, cancelando lo que es justo a los acreedores, que en su mayoría actúan con usura, sobre la base de intereses altos que rápidamente exceden el capital prestado.
Agradecemos a las autoridades que anularon los intereses penales y otros, pero no es suficiente.
Es momento, señores jueces y vocales, de la reflexión y el análisis, de ponernos frente a la dura verdad y establecer qué es más importante, para qué fueron elegidos, cuál es la base fundamental de haber creado una carrera tan importante como es Derecho. Seguramente y en respuesta certera y unánime responderemos que es la defensa de la JUSTICIA… Entonces si esta es la razón por la que pasamos noches estudiando y juramos defenderla, consolidarla y actuar con ética, honestidad y sinceridad, qué nos hace ostentar la palabra preclusión, si esta no es más importante que la Justicia.
En este tiempo de cambio y de verdad, hagamos lo que debemos y no justifiquemos nuestros actos creando normas que perjudican y hacen daño. O démosle la debida interpretación. Nunca más Justicia versus preclusión. Justicia y ya.
Gracias, señor Director, por la publicación de esta carta de auxilio.
Gladys C. de Martínez
C.I. O72388 L.P.
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