La pasada semana apareció en el escenario de la noticia el señor José Luis Rodríguez Zapatero, que fuera presidente del gobierno español y de tendencia ideológica del populismo de izquierda, por supuesto afín al del presidente-candidato del régimen de gobierno que está en el año catorce de ejercicio del poder y pretende quedarse “para siempre”, como alguna vez lo dijo el presidente candidato. La presencia del señor Zapatero se debe a que fue invitado por el gobierno del MAS para echar alabanzas a favor del presidente-candidato.
Seguramente dentro de la estrategia de campaña del populismo masista está traer invitados para que apoyen la inconstitucional e ilegal candidatura de Evo Morales y su acompañante que en sus documentos personales y oficiales figuraba con un título profesional que no tenía, lo que importa un delito.
Hace poco estuvo el secretario general de la OEA, el señor Luis Almagro, que seguramente ha debido arrepentirse de aceptar la invitación del oficialismo, pues en vez de conseguir un voto para su propósito reeleccionista a la cabeza de ese organismo regional (si esa fue la razón), fue duramente criticado por su cambio de discurso a favor del presidente-candidato, no solo en el país, sino en escenarios del exterior.
Ahora trajeron a Zapatero, quien haciendo gala de ignorancia de la historia republicana de nuestra patria, en sus expresiones propagandísticas dijo: aquí hay un presidente que en quince años ha hecho más que los setenta y siete anteriores…”. Decimos que el señor Rodríguez Zapatero ignora la historia, al unísono con los populistas, y basta mencionarle que en Bolivia se dio una de las revoluciones más importantes de América, como fue la Revolución Nacional que ascendió al poder, luego de ganar el MNR las elecciones generales de 1951 y serle desconocido ese triunfo, por un levantamiento armado en el que el pueblo derrotó militarmente a nueve unidades militares bien pertrechadas, en tres días de lucha en las ciudades de La Paz y Oruro.
Esa revolución, reconocida como el hecho histórico más importante luego de la revolución independentista que culminó en 1825, dio libertad a la mayoría de la población boliviana de ese entonces, los indígenas que accedieron a todos los derechos ciudadanos, además de recibir tierras por la Reforma Agraria. Además se nacionalizó las grandes empresas mineras que habían establecido una suerte de súper Estado, generando recursos con los que se diversificó la economía y cuyo producto es la pujante Santa Cruz.
En el gobierno revolucionario de 1952-1964 se abrió la educación a todos los estratos sociales, cuyo resultado es precisamente que ahora algunos de los hijos y nietos de los emancipados estén en el poder político, aunque con las posturas erráticas del populismo. Se privilegió la seguridad social, las artes, ciencias y cultura nacional, sin precedentes, fue precisamente una revolución.
El populismo que nos gobierna y pretende quedarse “de por vida”, como “nunca antes” ha percibido millonarios ingresos por los precios de los “comodities” o materias primas que exportamos, minerales y gas, los que en gran medida han sido “despilfarrados” y más ha sido la politiquería para permanecer en el poder que el desarrollo del país, de tal suerte que seguimos siendo uno de los países más pobres de Latinoamérica, aunque hayamos superado algunos índices de pobreza extrema, pero no de forma sostenible.
Gastar recursos de todos los bolivianos en traer invitados para que echen flores al presidente-candidato, es más de la política de gasto dispendioso, con el propósito de hacernos creer que tiene algún respaldo en el exterior, pero que solo nos demuestra la miseria de conocimientos e imposturas, de individuos que meten la nariz donde no deben.
El autor es Abogado y Politólogo.
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