Endeudamiento del país en tiempo de bonanza

Los considerables ingresos económicos que favorecieron y dispuso el Estado Plurinacional boliviano durante los trece años recientes y que fueron administrados por el partido de gobierno, el MAS, acaudillado por el presidente Evo Morales Ayma, alcanzaron a la asombrosa cantidad de 45.500 millones de dólares, según declaraciones oficiales.

El origen de esa asombrosa cantidad de dinero para el Estado fue resultado de la venta de gas a Brasil y Argentina, por el monto de 37.500 millones de dólares o sea alrededor del 70 por ciento del total de divisas que ingresaron a las arcas del Estado por concepto de exportación de minerales y algunos otros.

Se debe recalcar que semejante suma de 45.500 millones de dólares fue producto de la aplicación de la Ley de Hidrocarburos promulgada en mayo de 2005 y no como efecto de la llamada nacionalización del petróleo, como afirma el gobierno. En ese contexto, el gobierno de Evo Morales aplicó una política evidentemente irracional.

En efecto, en el año 2005 el Estado solo tenía una deuda externa de 4.942 millones de dólares, deuda que, afortunadamente, para el gobierno de Evo Morales se redujo casi la mitad gracias a las condonaciones de deuda para países pobres como Bolivia. Esa deuda externa bajó entonces a 2.200 millones de dólares, en 2007.

Para entonces, el gobierno masista afirmó que la economía boliviana entró en etapa de bonanza, aunque sin explicar que los grandes ingresos se debían a las exportaciones de gas y, en cambio, atribuyendo esas ganancias a providenciales medidas oficialistas. Pero, mientras se producían esos ingresos, el gobierno de Evo Morales empezó a endeudar al pueblo boliviano en forma acelerada y de 2.200 millones de dólares nada menos subió hasta 10 mil millones y algo más de dólares en 2018.

El proceso de endeudamiento en momentos en que el país recibía más ingresos, subió entre los años 2006-2013, a 3.400 millones de dólares, ritmo y velocidad que se aceleraron para producir un endeudamiento el año pasado (2018) a 10.178 millones, endeudamiento jamás registrado en los anales de la historia económica boliviana.

Lo que llama la atención es cuál sería la causa para ese elevado endeudamiento externo -nunca conocido ni en momentos de conflictos bélicos- en circunstancias en que el país alcanzaba a tener una casi increíble suma de divisas por concepto de venta de gas que llegó a 37.500 millones de dólares y que llegaron al total de 45.500 millones de dólares por otros ingresos por exportaciones de “comodities” (materias primas). ¿Por qué el millonario disponiendo de tanta riqueza se endeudaba en tan alto nivel? ¿Y en qué fueron invertidos esos ingresos?

El pueblo boliviano ha sido endeudado sin paralelo en su historia y subió de 536 dólares en 2005 a 900 dólares en 2018, hecho que no se justifica con los malabarismos semánticos del ministro Luis Arce Catacora que sostiene que todavía Bolivia puede endeudarse mucho más porque en la actualidad representa el 23 por ciento del PIB, sin tomar en cuenta la deuda interna que casi la duplica, hecho ostensible que no deja de afectar, que el pueblo boliviano sea víctima de este estado de cosas.

El gobierno actual, que recibió y administró esos 45 mil millones de dólares, debería esmerarse en aclarar esa danza multimillonaria de dólares, más aún cuando se encuentra con un pie en el estribo y en vísperas de terminar su gestión política, aunque se dice que no querría hacerlo por temor a informar sobre el destino de esos y otros recursos monetarios.