En los siguientes puntos comparto con mis lectores algunos comentarios sobre la reciente encuesta electoral de CiesMori publicada en El Deber y Unitel:
1) Empiezo indicando que la suma de los porcentajes totales supera el 100%. La pregunta es: ¿Por qué no se corrigió este error antes de la difusión de la encuesta?
2) El siguiente paso consistió en igualar 88% (restados el 12% de “votos nulos o blancos”) a 100% y recalcular mediante regla de tres simple los nuevos porcentajes de los partidos. Esto hizo subir el 37% del Movimiento al Socialismo (MAS) a 42% y el 26% de Comunidad Ciudadana (CC) a 30%, lo que al mismo tiempo condujo a una ampliación de la diferencia entre el primero y el segundo de 11% a 12%. Por razones de espacio, sólo se comenta aquí los resultados para las dos primeras tiendas políticas en carrera electoral.
En relación con estos datos, me llamó la atención que, en su debate con el candidato vicepresidencial de CC, el vicepresidente Álvaro García Linera hubiera indicado que el MAS ya estaba en la encuesta con más del 40% de intencionalidad de voto, con una diferencia de más de 11 puntos, razón por la cual no habría una segunda vuelta (véase el intervalo de tiempo 22:15:50 – 22:16:34 en el debate).
Conocido por tender a confundir las cifras, el segundo mandatario del Estado me sorprendió sobremanera por su dominio de las mismas ese día que, sin duda, le permitió proyectar una imagen de solvencia técnica en el intercambio de ideas. Algo similar sucedió con el ministro Manuel Canelas en el de Unitel el mismo día (véanse: Unitel O1; Unitel 02; Unitel 03), quien incluso habló específicamente de votos válidos, asombrando a casi todos los participantes por su manejo de los datos. Pero, ¿de dónde sacaron el vicepresidente y el ministro toda esa información?
3) Surgió entonces el interrogante de si una parte de ese 12% de “blancos y nulos” podría convertirse en realidad en votos válidos en función del comportamiento del electorado en anteriores elecciones. Al respecto, se encontró que el promedio de votos blancos y nulos en las dos últimas elecciones fue de 6% (redondeado) del total de votos emitidos. Para los propósitos de este análisis, se considera el total de votos emitidos en las elecciones generales como equivalente al 100% de la intencionalidad de votos de una encuesta.
4) Seguidamente, se realizó un recálculo tomando como base solo un 6% de votos nulos y blancos, y no 12% como dijo la encuesta. Con ello, el porcentaje total de intenciones de voto se incrementó de 88% a 94% y como resultado de este ejercicio, los nuevos porcentajes del MAS y CC se establecieron en 39% y 28%, respectivamente.
5) A continuación se procedió a analizar al grupo de indecisos, y habiendo procedido a hacer el recálculo de todos los porcentajes, en términos del porcentaje de votos válidos, éstos alcanzaron a 16%. Estos resultan de la suma de los nuevos porcentajes correspondientes a “voto secreto”, el “no sabe, no responde” y los votos blancos y nulos. Este dato se hallaría muy cerca del rango (14%-15%) mencionado el domingo y el lunes (véase el intervalo de tiempo 8:21:00 - 8:22:05 en la entrevista de Manuel Canelas con Radio El Deber) por el ministro de Comunicación. ¿Cómo pudo hacer todos esos cálculos el ministro en medio del debate en Unitel?
6) La última etapa de la evaluación tuvo que ver con la redistribución del porcentaje total de indecisos entre las diferentes fuerzas políticas, utilizando como base las ponderaciones de las mismas en la encuesta, con lo que Evo Morales obtendría un 8% (redondeado) de intenciones de voto adicional y Carlos Mesa, un 5%. Cabe aclarar que esta redistribución de los votos indecisos fue sugerida tanto por García Linera como por Canelas en sus respectivas participaciones en los eventos señalados el domingo.
7) Estos porcentajes arrojarían los siguientes resultados finales: 47% (redondeado) para el MAS y 33% (redondeado) para CC, con lo que el primero ganaría las elecciones en primera vuelta y el segundo se tendría que resignar a realizar su trabajo de oposición desde la Asamblea Legislativa. Curiosamente, la cifra del MAS se aproxima al guarismo obtenido en el referéndum del 21 de febrero de 2016 como si esto significara que el partido de gobierno no ha perdido un ápice de su preferencia electoral desde entonces, cuando todo parece indicar lo contrario. ¿No parece un tanto extraño todo esto?
En este contexto, dada la aparente falta de independencia del Tribunal Supremo Electoral (TSE) respecto del Órgano Ejecutivo, parece imperativo preguntarse si tiene sentido mantener la norma que exige a las empresas especializadas en la realización de encuestas entregar previamente al TSE los resultados de tales ejercicios estadísticos. ¿No será ésta una nueva amenaza a la transparencia e imparcialidad con la que debería actuar el órgano electoral con un instrumento de tanta influencia en la población como son las encuestas de intencionalidad de voto?
El autor es economista.
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