El anhelo del pueblo boliviano siempre ha sido allanar el camino del progreso o sea de aquella idea que se inscribe como desarrollo y que propugna la transformación de la estructura económica y social por el bien común. Ese fue el propósito que le ha movilizado en todos los tiempos y con diferentes gobiernos.
Pero ello requería de la unidad nacional, del esfuerzo mancomunado y del entendimiento civilizado. Jamás, que sepamos, del disentimiento, que genera malestar, intolerancia y frustración, o sea rémora que imposibilita la búsqueda de tiempos mejores. Encima confrontados no tendríamos la posibilidad de sobrevivir a los problemas internos ni a la agresión externa. Por tanto, sería nuestra devastación.
Estamos inmersos, nuevamente, por desgracia, en rencillas de orden electoral que tienden a distanciar a bolivianos y bolivianas, profundizando, de tal manera, las diferencias político - ideológicas, poniendo en debate el tema de la desigualdad social, el espinoso asunto de la corrupción, el regionalismo, la cuestión del 21 de Febrero y la renuncia de candidatos.
Los protagonistas de este evento, sin medir consecuencias y “sin pelos en la lengua”, se han enfrascado en infructuosas pugnas, sacando a relucir sus debilidades, torpezas y desmedidas ambiciones de Poder, dejando turulata a la opinión pública. Actitudes que no hicieron otra cosa que empañar el curso de este proceso democrático, cuyos orígenes se remontan a la década de los 80 del siglo pasado. Por lo visto, no se advierte una señal que contribuya al entendimiento, al desprendimiento y a la pacificación nacional.
Este panorama confuso, poco claro, pospone las aspiraciones de alcanzar un porvenir más llevadero que alienta el pueblo boliviano. Casi todos están pendientes, y con miedo, de los nuevos tiempos que surgirán a partir de octubre 2019. Ojalá sean favorables.
Hasta hace poco la jornada electoral era considerada como una fiesta democrática, pero parece que las cosas han cambiado ahora. Es que los tiempos cambian de acuerdo con las situaciones políticas. Igualmente los protagonistas, unos se van y otros vienen. En este marco, la jornada electoral ya no será una fiesta democrática, sino una muestra de displicencia, suspicacia y posibles agresiones verbales.
Por consiguiente: parece que las condiciones objetivas y subjetivas no se estarían prestando, por el momento, para el verificativo de las elecciones generales, porque “hay mucha tela para cortar”. De ello están conscientes quienes se alistan para competir el día 20 de octubre venidero.
Los bolivianos y las bolivianas debiéramos reflexionar sobre este caso, deponiendo las actitudes interesadas y pensando siempre en el futuro de la Patria, en el progreso de Bolivia y en el bienestar social del pueblo boliviano. Basta de jugar con el destino de la “Hija Predilecta” del Libertador.
En suma: construyamos una Patria engrandecida y respetada, dejando de lado mezquinas pretensiones.
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