El ritmo y velocidad de la campaña electoral para el evento del 20 de octubre próximo ha ingresado en una etapa de relativa laxitud, atribuida por algunos analistas a la inopia de una actividad política de altura, la presentación de programas febles y hasta sin contenido objetivo, que están lejos del interés nacional, excepto casos excepcionales.
La campaña para los comicios empezó con ímpetu dudoso, con anuncios altos, sonoros y significativos que, sin embargo, se limitaron a abstracciones etéreas, alejándose más y más del interés público que desea escuchar planes concretos que enfoquen la realidad nacional. Es más, muestran la desorientación en que se encuentran y les condujo a crisis internas y, por tanto, polarizando, aún más, por un lado, a la ciudadanía en torno a la unidad dirigida a la aceptación de una fórmula presidencial única, en defensa de los principios democráticos de la Carta constitucional y, por otro, desechando la orden dictatorial para la re-reelección presidencial, ilegal, ilegítima y antidemocrática.
En ese ritmo repetitivo, la crisis de los partidos es evidente. El MAS lucha contra la corriente de la historia y la irrevocable decisión popular expresada en el referéndum del 21 de febrero de 2016, sin encontrar solución lógica al embrollo en que se ha deslizado y donde se encuentra en un callejón sin salida. Por otro lado, los partidos opositores se devanan los sesos y, si se mueven, no van a ninguna parte.
Los partidos menores y residuales, salvo uno que otro, padecen de problemas internos, han quedado sin candidatos, su militancia se ha dispersado, la intención de voto a su favor ha desaparecido como las nubes cuando las bate el viento y no alcanzan al dos por ciento del total. Las tiendas residuales, tanto como las mayores, carecen de perspectiva histórica y en su desorden echan leña al fuego a favor del anarco-populismo.
Pero, no hay mal que por bien no venga, según la sabia sentencia popular. En efecto, en medio de la oscuridad y desorientación creada por los partidos en general, el pueblo, que nunca pierde su visión histórica, se orienta por la luz que le muestra la solución, la misma que, en este caso, es el respeto a la Constitución, la defensa de la decisión del Soberano del referéndum del 21F, su consecuencia con las corrientes democráticas y en contra de fuerzas caóticas que buscan hacer girar al revés las manecillas del reloj de la historia.
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