Politiquería, corrupción, narcotráfico y contrabando

Desde que retomamos la Democracia, el 10 de octubre de 1982, existe la urgencia de que actuemos conforme a la Constitución para que la democracia tenga plena vigencia; que el dejar (ojalá definitivamente) abiertos caminos a nuevas dictaduras militares o civiles no sea realidad y este propósito sea firme y decidido especialmente en los partidos políticos de toda tendencia; pero, en el tiempo transcurrido se ha demostrado que las experiencias pasadas en muchas décadas -con algunos intervalos constitucionales- no han servido y los buenos propósitos se han trocado en repetición de viejos errores y una falta casi crónica de conciencia de país.

Estamos en proceso pre-electoral para las elecciones de octubre próximo; pero, la colectividad lamenta que los partidos políticos, en vez de actuar conforme a los lineamientos de alta política, de acciones constructivas y que signifiquen seguridad y esperanza para la colectividad, se convierten en desesperanzas, frustración y decepciones porque ninguno de ellos -con pocas excepciones personales- parece animarse a “actuar seriamente en democracia” y cree que como medio de convencer a los posibles votantes, es preciso hacer demagogia y populismo y actuar con falsas promesas, oferta de dádivas y hasta utilizando los bienes del Estado.

La politiquería se apoderó del ambiente partidista y consciente o inconscientemente parecen adherirse a tres males que padece el país: la corrupción, el narcotráfico y el contrabando que actúan inmisericordemente en contra del país y frustra las expectativas y esperanzas de la colectividad que ha esperado cambios que permitan contar con gobiernos que sean honestos, honrados, y responsables. Así, se ha conformado una especie de cuarteto que decepciona y lastima al pueblo que está desorientado porque no sabe a quién creer, por quien votar porque no tiene ni sabe cómo confiar en un “mare-magnum” de demagogia y populismo.

No obstante lo expresado, hay que convenir en que la política partidista podría liberarse del peligro de los males señalados que es preciso combatir:

Corrupción.- mal que atenta contra la conciencia de quienes asumen el poder y disponen festinatoriamente de los bienes y medios financieros del Estado como algo propio y que corrompe a una parte de sus adherentes seguidores que, con su conducta, complotan en contra del país. Así, en más de trece años no se sabe, por ejemplo, qué fue del caso Fondioc o Fondo Indígena y cuándo, cómo y hasta qué monto se han recuperado los dineros arbitrariamente dispuestos; ni qué decir de muchos otros actos contrarios a las leyes. Así, bajo las premisas de la corrupción la administración de justicia no encuentra caminos que la saquen de una crisis moral que la carcome. Han reinado la impunidad, la deshonestidad, la delincuencia y los hechos negativos que han actuado con inmunidad por una parte de quienes han adquirido poder político, económico y social que, además, están convencidos de una superioridad que están muy lejos de tener. Y lo grave es que los partidos políticos de la oposición, con sus conductas llenas de complejos y rivalidades imitan ciertas acciones de quienes obran en sentido contrario a la ley y no adquieren la condición primigenia para servir que es tener conciencia de país, vocación de servicio, renunciamiento a ambiciones personales o de partido y un actuar honesto, limpio, honrado y ajustado a la verdad, porque la demagogia y el populismo son armas que también utilizan así sea en detrimento propio porque parecen creer que imitando conductas indebidas responden “con las mismas armas” y conseguirán el favor ciudadano.

Narcotráfico.- Hay conciencia general de que al haberse incrementado la producción de coca, tenía que aumentarse la fabricación de cocaína y, lógicamente, el incremento de la comercialización y consumo de drogas en el mundo que siempre está pendiente de una cada vez mayor provisión de drogas alucinógenas que, al margen de las tradicionales, se producen en muchísimos laboratorios legales del mundo. Nuestro país no pudo ni quiso sustraerse a las demandas de aumentar la producción y así han aparecido “fábricas de droga” diseminadas en diversos sitios del país. Organizaciones como Naciones Unidas y otras, conjuntamente la comunidad de naciones, han pedido que se disminuya la producción y venta de cocaína pese a que el mundo rico y desarrollado poco o nada hizo para disminuir el consumo y exige que los productores no fabriquen más, aún teniendo conciencia de que la demanda exige producción. Es de lamentar, pues, que nuestro país no ha adoptado las medidas para frenar al narcotráfico y se ha cometido la torpeza de expulsar a la DEA norteamericana que hacía gran labor para reprimir la fabricación de droga y su falta es cada vez más sentida. Así los hechos, el narcotráfico tiende a crecer inmisericordemente en detrimento de la salud de la humanidad y en beneficio del delito.

Contrabando.- La corrupción finca sus garras no solamente sobre la moral de la colectividad sino contra su economía; destruye valores y principios y se alía, directamente o no, con el narcotráfico y con todas las conductas propensas a obrar en contra de los intereses del bien común. El contrabando, parte sustantiva de la economía informal, es efecto de malas políticas que no permiten inversiones que creen riqueza produciendo bienes que sirvan al país y sean fuente segura de divisas mediante las exportaciones y generación de empleo.

Los cuatro males son aspectos que deben combatir los políticos tan sólo haciendo uso de sus virtudes hechas valores y principios teniendo conciencia de país y de servicio al pueblo, a la justicia, a la libertad y a la democracia.