Un civismo ejemplar

Muchos acontecimientos pasan en nuestra ínclita ciudad, bochornosos generalmente si son políticos, horrendos y tristes en lo humano y social, pero hay muchos que son de una elevación moral y cívica, ejemplares que pasan desapercibidos y a veces más grandiosos por el anonimato en que se desarrollan.

Hace unos 60 años Alto Obrajes era una meseta desértica y árida, donde no existía una choza siquiera y ni la paja crecía; y ocurrió que el lugar fue loteado para beneficiar a los profesores. De esta forma, los adjudicatarios en los fines de semana iban a echarse de menos de sus terrenos y otros para iniciar trabajos de cercado o construcción de sus viviendas y fueron formándose grupos de amigos que departían por ese espíritu de solidaridad y fraternidad que reúne a las personas. Y un 23 de marzo de 1971 uno de los grupos formó el Centro Social y Cultural de Alto Obrajes (CENSAO), con los colores rojo y blanco, como distintivo, que ahora cuenta con una placita que es una parada del bus PumaKatari.

El 19 de marzo de 1972, como homenaje al Día del Padre, sea por imitación o iniciativa propia, otro grupo fundó la Unión Fraterna de Alto Obrajes (UFAO), con los colores rojo y azul, que está en otra placita que formaron al salir de la calle 10 de Obrajes, en conjunción con la Avenida del Maestro de Alto Obrajes. Uno de los impulsores y fundadores fue el profesor Esteban Osuna Cornejo, dinámica persona con quien iniciaron varios trabajos en la placita. Como al comienzo se reunían solo hombres, despertó el celo de las esposas que reclamaron y pidieron su inclusión en las sesiones y desde entonces las reuniones dominicales son mixtas.

Don Hebert Ruiz, que proporcionó los datos de esta simpática ocurrencia, cuenta que como todos los domingos se reunían los amigos que llegaban de todas partes de la ciudad, confraternizaron haciendo deporte y luego de tomar una cerveza y jugar cacho, proyectaron ocuparse del barrio y ellos mismos empezaron a diseñar los cuadrículos del pequeño parque, levantaron los cordones de cemento, después las rejas y pintado; construyeron el mástil para la bandera, la fuente y colocaron en la cima la imagen de Cristo; alguien puso además unos peces que no duraron mucho tiempo.

“De esta forma contribuimos al mejoramiento del barrio que ahora ya es una ciudadela pujante -dice don Esteban Osuna- y muchos de los fundadores ya murieron y los que quedamos continuamos, llueva o truene nos reunimos con ese espíritu de fraternidad y civismo. Y todos los domingos hace 47 años nos reunimos a las 9 de la mañana, izamos la bandera cantando el himno nacional y luego de unas palabras de circunstancia nos desconcentramos, a veces después de comer unas salteñas. El privilegio de izar la bandera le damos al que durante la semana hubiese cumplido años”.

Nos pareció una actuación muy singular la de estos señores de UFAO, admirable por su perseverancia y vocación patriótica, ya que con pequeños trabajos alientan el desarrollo de su barrio. Cuánto trabajo provechoso se puede acometer cuando hay buena voluntad e interés en hacer el bien, y en conjunto los vecinos pueden emprender labores de forestación y cuidar el medio ambiente. Además, sembrar civismo que tanta falta hace en Bolivia.

Mediante Ordenanza Municipal No. 056/99 se había colocado una placa de homenaje a UFAO en la placita, siendo alcaldesa doña Lupe Andrade Salmón.

Nuestros jóvenes deben imitar a esos octogenarios de UFAO y realizar tantos trabajos que su vigor y constancia puede proliferar por el bien común. También los vecinos de los barrios podrían realizar trabajos voluntarios y no esperar siempre de las autoridades, plantar árboles, la seguridad de su barrio, en fin, muchas obras que su iniciativa puede alentar.

Con la emoción que nos despertó la creación y constancia de los componentes de UFAO, escribimos las líneas de esta nota con admiración, felicitando a las señoras y señores por su invariable civismo, que verdaderamente es ejemplar.

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