El Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la decisión de “declarar el brote de Ébola en la República Democrática del Congo (RDC) como una emergencia de salud pública internacional”. El grave problema que afectaría a una población de más de dos millones de personas en la ciudad de Goma y ubicada cerca de la frontera con Uganda, es considerado muy grave y no puede quedar limitado a simples acciones de prevención y curación, dado que tiende a expandirse mucho.
El virus del Ébola, según la OMS, es “esencialmente el causante de la fiebre hemorrágica viral del ébola, una enfermedad infecciosa altamente contagiosa y mortal”. Los síntomas son “fiebre alta, postración, mialgia o dolor muscular severo, artralgias, dolor abdominal y cefalea; en el lapso de una semana, aparece en todo el cuerpo una erupción hemorrágica”. “El virus se transmite por contacto directo con fluidos corporales infestados como la sangre, la saliva, el sudor, la orina y los vómitos; el período de incubación varía de 2 a 21 días, aunque lo más normal es de 5 a 12 días”. Añade la OMS: “El virus del ébola, como todos los virus ‘calientes’, no tiene cura y ningún tratamiento específico. Tiene una tasa de mortalidad del 90%”.
El problema es, pues, de extrema gravedad. Por ello, corresponde que cualquier medida preventiva sea adoptada y la declaración de emergencia mundial resulta no solamente necesaria sino la adopción de medidas profiláxicas que eviten cualquier contagio o determinen peligros, especialmente en sitios donde se producen concentraciones de gente, que son más susceptibles de contraer la enfermedad.
Organizaciones científicas de toda clase se encuentran realizando investigaciones y estudios para determinar los posibles remedios y, si fuera posible, la erradicación total de la enfermedad que se debe a la gran cantidad de transmisores que pueden ser roedores o insectos que viven en diferentes sitios del orbe. Evitar los charcos de agua, estancamiento por mucho tiempo de aguas servidas, echado de basura en sitios descampados y el hecho de que haya basurales en sitios donde hay mucho calor es atractivo para mosquitos y roedores que pueden transmitir el mal. Por todo ello, cualquier medida que se pueda adoptar para evitar el mal no siempre es suficiente y son las autoridades sanitarias las que deben preocuparse por combatir situaciones ambientales que no reúnen las condiciones necesarias para evitar la presencia de transmisores.
La transmisión del mal puede ser por tierra, mar y aire; por ello todo lo que pueda ser trasladado, con inclusión de viajeros, debería prevenirse adoptando las mejores medidas profiláxicas, especialmente en los sitios más poblados.
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