En estos meses la permanente campaña electoralista de más de trece años del gobierno del “populismo masista” ha sido acrecentada, alrededor del presidente que nos gobierna tres períodos continuos, contra lo que dispone la Constitución Política del Estado (redactada por y para el régimen), y más aún contra lo dispuesto por el pueblo en el referéndum de 21 de febrero de 20l6, que dijo ¡NO! a una nueva repostulación del presidente-candidato, pues el discurso del oficialismo hace mención a un supuesto “milagro económico”, en comparación a la situación anterior de la República.
En esta propaganda no se hace mención a que el “milagro” se origina en los altos precios internacionales de las materias primas (gas y minerales) que exportamos. Tampoco se dice que en los anteriores “odiados” gobiernos del “neoliberalismo” fueron preparadas las bases de esta situación, debido a las inversiones privadas en el descubrimiento de reservas hidrocarburíferas; tampoco se dice algo de la condonación de la deuda externa que nos agobiaba, menos de los resultados de las medidas de descentralización (autonomías), la reforma educativa que elevó el nivel de los docentes, etc. Más aún, según criterio intencionado de los oficialistas, todo lo anterior de la vida republicana fue malo.
La verdad es que los más de 300.000 millones de dólares que por diversas fuentes ingresaron al tesoro público en estos casi catorce años (sin contar los que no ingresaron y fueron administrados desde oficinas políticas), fueron en buena medida “despilfarrados”, pues con esa cantidad que “como nunca antes” ingresó al tesoro público, se podía haber edificado un nuevo país; más al contrario, según informes de organismos internacionales, seguimos siendo el país más pobre de Sudamérica y entre los más pobres en Latinoamérica.
El discurso propagandístico oficialista exalta el crecimiento de la economía “como nunca antes en el país y en comparación con los países del continente”. La verdad es que crecieron más que nuestro país, Panamá, Perú, Chile, Paraguay (éste llegó a más de 8%), y en los años 60-64 y posteriores, el crecimiento nacional fue de un promedio de 6.5%.
Si bien es cierto que se ha volcado recursos para infraestructura caminera, casi en todas estas obras el “sobreprecio” ha sido la nota; en las inversiones públicas, se ha levantado industrias en sectores que ya existen en la actividad privada, constituyendo una “competencia desleal al sector privado industrial”, como en leche, azúcar, cemento, minería, etc., (el detalle de esta inversiones lo hicimos en una anterior nota) y en hierro, litio y otras, se ha entregado a transnacionales del mundo capitalista (no obstante el permanente discurso anti capitalista del presidente del Estado Plurinacional).
Alejada la realidad de los discursos presidenciales y de replicada por otras autoridades, la verdad es que hace cuatro años estamos en un cuadro económico de “vacas flacas”, pues estamos con un déficit de la balanza comercial de 1.305 millones de dólares (2017), este año alcanzará a 1.400. El déficit público ha subido del 3.4% del PIB al 8.8% para este año, (en los gobiernos de 2000 a 2005 llegó a 5.8%). La deuda externa está en 10.200 millones de dólares. Las reservas de gas bajaron de 27 a 10 TCFs. Los ingresos por renta petrolera han caído de 24.606 millones de dólares (2014) a 12.045 en este año, debemos tomar en cuenta que más del 14% de la inversión pública fue con recursos de la renta petrolera (IDH), la que llega al 31% de ingresos fiscales (según Min. Economía y Finanzas).
Pese a este delicado cuadro económico, el gobierno cree que seguimos en vías de ser la Suiza de América, como lo dijo el presidente-candidato. Que seríamos una potencia en el mundo en los próximos diez años, que en esos diez años igualaremos a la economía chilena (Vicepresidente), etc., y seguimos con un gasto fiscal desmedido en propaganda y campaña electoral.
También los oficialistas hablan ahora a diario de la democracia, cuando en la realidad no tenemos independencia de poderes u órganos; estamos en un proceso electoral ilegal e inconstitucional, con persecución y represión política (caso de Gutiérrez y otros dirigentes de Adepcoca), sin amnistía general de procesados, exiliados y encarcelados por motivos políticos, disfrazados de delitos comunes; se atropella la independencia sindical, dividiendo a estas organizaciones cuando no responden a los intereses del régimen, no hay control democrático sobre la gestión de gobierno y estamos ahogados en corrupción.
El gobierno pretende que la ficción supera a la realidad, pero ésta está presente en los bolsillos de la gente, en el desempleo, la actividad informal, el deterioro de la calidad de vida, es decir en el Desarrollo Humano.
El autor es abogado, politólogo y escritor.
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