La verdad, aunque duela
El debate presidencial es un tipo de discusión “política”, en la cual los candidatos de un proceso electoral se confrontan ideológicamente, en igualdad de condiciones, exponiendo propuestas de programas de gobierno, así como su postura frente a diferentes temas de interés nacional. De ese modo los votantes, “indecisos”, pueden despejar dudas sobre un candidato e incluso, cambiar y definir su voto. El debate informa a la opinión pública con respecto a quiénes son y qué es lo que pretende realizar cada candidato en caso de ser electo. Cuando un candidato se presenta a debatir, tiene que demostrar un buen ejercicio de la democracia, transparencia política y libertad de expresión en un país determinado.
En nuestro medio, de realizarse un debate político, en el imaginario tenemos a un candidato gobernante ultraizquierda y a otro del ala derecha y capitalista. Por azar de la vida el primer candidato es “ilegal e ilegítimo”, pero tiene tanto dinero que puede doblegar cualquier poder del Estado para lograr su objetivo, como es el caso del Órgano Electoral Plurinacional (OEP)…
En el caso que nos ocupa, desde hace 14 años el candidato oficialista se cree ideólogo socialista y seguido de un colectivo no mayor a cien personas, con base en chantaje y soborno ha logrado convencer a la población campesina e indígena para que sean cómplices de una actividad basada en coca y cocaína, que genera mucho poder económico. Conscientes de que su ideología es trasnochada, prima en ellos la angurria por el poder y dinero. Pasando al otro frente, fácilmente podemos percibir la desigualdad de condiciones, además que la ideología capitalista se basa en la acumulación desenfrenada de riquezas.
En cuanto a programas de gobierno, el pueblo se siente hastiado de escuchar cada año del actual gobierno el “mismo mensaje presidencial”, que a la postre denominan “programa de gobierno”, que debe regir hasta las calendas griegas. Como de costumbre mencionan:
-La lucha de los pueblos milenarios, cuyo objetivo glorioso es asistir a una “parada militar de indígenas”…
-Defensa de los recursos naturales, avasallando el Tipnis.
-Crecimiento económico blindado, ejemplo claro es la “casa blindada del pueblo”.
-Construcción de caminos con 4 vías, con respeto, recordemos el camino a Charasani.
-Fomento a las exportaciones, para competir con China.
-La era de la industrialización científica, por algo se creará el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
-La petroquímica y la industrialización del litio, por algo sueñan con tener un “mar de gas”, que lastimosamente los preguntones no pueden ver, porque se halla bajo tierra.
-Corrupción y contrabando cero, excepto para camiones a control remoto dirigidos desde…
-Relaciones internacionales, con cancilleres exclusivamente originarios, ¿y los embajadores?
-La unidad del pueblo, como muestra está lo que pasa con los cocaleros de los Yungas.
Como advertirá el lector, en todos los “programas anuales” han demostrado que para los socialistas Siglo XXI la educación de los pueblos es atentatoria para la estabilidad de los tiranos.
Me anticipo a decir que el programa de gobierno de los pobres imperialistas, por muy sesudo que sea, no podrá desarrollar sus destrezas ante las arcas vacías del Estado, prevista por el actual gobierno. Se trata de mucho riesgo ante semejante delincuencia.
Buen ejercicio de la democracia, transparencia política y libertad de expresión: El candidato ilegal piensa que para ser demócrata es fundamental ser intolerante o anular al que piensa diferente, para desarrollar su interés desenfrenado por el poder, con cualquier precio. La transparencia política la demuestran todos los días, cuando el Legislativo, por instrucciones superiores, aprueba leyes sin ton ni son, en compensación cobra jugosas dietas. La libertad de expresión desde hace 14 años es válida para los medios de comunicación estatales o privados solo cuando brindan mucho tiempo o espacio para difundir programas íntegros que resaltan la imagen (distorsionada) y logros (exiguos) del candidato socialista.
Según mi criterio, de inicio y con asesoramiento foráneo, se estableció el Ministerio de Propaganda, para difundir con cinismo la falacia que carcome al mesiánico gobernante. Para vuestro conocimiento el Ministerio mencionado, en la actualidad se halla a cargo de un agradecido y fiel servidor del “monismo”.
El candidato opositor debe saber conjugar la democracia, la libertad y la honestidad política, para ponerlas en práctica ante el pueblo.
En conclusión, como ya sabemos todo sobre el pensamiento y actitud de los viciosos por las extravagancias, en buena hora no habrá debate político, porque sería una farsa, pérdida de tiempo, dinero y peor aún, tener en pantallas la imagen de alguien que resulta abominable para la ciudadanía en general.
¡Vamos, pueblo, en octubre nuestro destino depende de nosotros!
El autor es Docente Universitario.
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