Cuatro vientos
Imaginemos la cantidad de noticias, comentarios, análisis y personajes que están impresos en un siglo y quince años de existencia de EL DIARIO. Con absoluta seguridad, son miles de páginas de gran interés nacional e internacional y si contaríamos como hoy las palabras en su versión moderna de “caracteres”, la suma de éstos pasaría de trillones.
¡Cuántos miles de imágenes con la identidad de gobiernos, de gabinetes ministeriales, de embajadores, de trabajadores, de artistas y de acontecimientos sociales de tan apasionante época¡
Aún se aprecia en el ingreso de la sala a EL DIARIO, aquellas máquinas de antaño, como la “linotipo”, cuyos operarios, los “linotipistas”, armaban letra a letra las noticias, los comentarios, los pies de grabados.
Ese material histórico fue labor de ilustres periodistas, de hábiles dibujantes y caricaturistas, de señores fotógrafos, de incansables técnicos del cliché y de los obreros que manejaban primero las prensas pequeñas y luego las colosales rotativas.
Cada madrugada, una fila de “canillitas” esperaba en la puerta de EL DIARIO y salía velozmente a vender tan interesante material, gritando las noticias con el emblemático nombre de EL DIARIO.
En pleno 2019, muy fuerte se escucha, antes que cualquier otro matutino, pregonar con pulmón abierto ¡¡¡EL DIARIO, EL DIARIO!!!
El DIARIO es la historia fiel del día a día de lo más destacado de la República en cien años de Bolivia y de los recientes años del Estado Plurinacional.
EL DIARIO nos cuenta, opina y sugiere los eventos que hacen el día y que con el devenir ganan el rango de hechos históricos. EL DIARIO escribe para la sociedad boliviana. Está ligado a nuestra PATRIA, en las buenas y en las malas. Ayer y hoy.
En 115 años, EL DIARIO ha visto nacer, crecer y morir decenas de generaciones de bolivianos. EL DIARIO sobrevivió, sin embargo, a muchos intentos de acallarlo por la simple razón de que cada espacio de este matutino es, en cierta manera, parte de la existencia de nosotros los bolivianos.
En consecuencia, sería injusto e inaudito que, a título de cualquier decisión, ajena a preservar la continuidad de nuestro matutino, medite su desaparición.
Matar económicamente a EL DIARIO, sepultar en nombre del tributo a EL DIARIO, sería callar y hundir en la Ciénega negra, la Historia de un pueblo que responde de pie al nombre de BOLIVIA.
Estamos seguros que jamás leeremos un obituario que coloque a EL DIARIO como un matutino sin vida. Al contrario, toda la historia contenida en sus grandes páginas, incluida la pérdida del Pacífico, es la HISTORIA DE BOLIVIA.
No hay fuerza ni política que diciéndose boliviana, acabe con los acontecimientos registrados en tan extenso tiempo. Creemos y deseamos que el anuncio de callar a EL DIARIO, se cambie por el concepto de SOLIDARIDAD, de vida a tan insigne medio de comunicación.
Solidaridad para que EL DIARIO ACOMPAÑE A BOLIVIA, OTROS 115 AÑOS.
clovisdiazf@gmail.com
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