Clepsidra
No cabe la menor duda que la cama es el invento más portentoso de la genialidad del ser humano, al extremo de constituirse, como es el caso del caracol, en un apéndice indivisible de su esencia. Sobre este mueble, la humanidad pasa más del 40% de su existencia, y es allí donde nace, se reproduce y finalmente muere.
Así como las hay rectangulares, las hay cuadradas y redondas, empero nunca triangulares. Unas con colchón de lana; otras más humildes, con relleno de paja y, algunas más sofisticadas, con colchón de agua. La historia generada encima de este pequeño espacio geográfico, de una superficie máxima de cuatro metros cuadrados, excede de lejos, en valor e importancia, a aquella que se desarrolló en los enormes campos de guerra; en la amplitud de los desiertos; o en la inmensidad de los mares. Lamentablemente, por causas que no viene al caso analizar en este artículo, la cama ha permanecido oculta a la investigación científica y alejada de la pluma de los sabios.
Casi ninguna de las actividades humanas escapa del entorno de la cama, salvo la del oficio más antiguo ejercido por nuestras congéneres que, por su naturaleza lucrativa, es la única que no conjuga con sus características. Sin embargo, no podía faltar la creatividad y ánimo de innovación del boliviano que, desde sus altas funciones gubernativas trata de añadirle esta peculiaridad (la del trabajo), aun a costa de su impopularidad y desventura.
En múltiples oportunidades hemos afirmado que para ser profeta en Bolivia no se necesita prever el futuro, basta con revisar el pasado, ya que la historia, como decía Marx, se repite inexorablemente, unas veces como comedia y otras como tragedia. De ahí que la dispendiosa compra de un camastro presidencial nos recuerde a la realizada por un ex prefecto de La Paz, con los mismos ribetes de crítica y escándalo, que la que actualmente recrea esta adquisición.
Al decir de los expertos, el lujurioso catre destinado a los aposentos de S.E. en la Casa Grande del Pueblo, va provisto de un colchón igualmente costoso, que permitirá al mandatario lograr, de acuerdo con su estilo exclusivista, ser el primer presidente que trabaje “cama adentro”.
Es más, aprovechando el fragor de la actual campaña electoral, la cual los bolivianos soportamos estoicamente, el candidato por Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, criticó en su cuenta de Twitter el impúdico gasto y el no atender el dolor de la ciudadanía que reclama más camas en los hospitales.
A dicha crítica se ha sumado la denuncia de un senador del Estado, indicando que el Ministerio de la Presidencia amobló el controvertido Palacio Real, con muebles que costaron al Estado la friolera de Bs 2,4 millones, monto en el que se presume estaría implícito el costo de la ya famosa litera, que ha venido a enseñarnos en forma tangible la estrecha relación entre el poder y la cama.
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