Problema social
> Las calles alteñas con mayor circulación de personas, el ver a menores trabajando en diversas actividades se ha convertido en algo normal y más aún cuando fue legalizado por autoridades de Gobierno.
Desde el reconocimiento de la actividad laboral de los niños y niñas desde los 12 años de edad “con autorización” y desde los 14 por sólo por decisión individual, anula la observación efectuada por el Centro de Estudios de Desarrollo Laboral Agrario (Cedla), que en su momento observó el trabajo infantil, como un problema estructural enraizado en la sociedad boliviana, describe el estudio del investigador Bruno Rojas.
Rojas planteó que no se trata de prohibir el trabajo infantil y su explotación, sino avanzar en la mejora de las condiciones de desarrollo de la economía nacional que repercuta en la creación y mejora sustancial de los empleos para los padres de estos menores.
El estudio de Cedla observa como cusa general la alta dependencia de la producción y exportación de materias primas que se mantienen en un 82% en la presente gestión que incide en un bajo desarrollo industrial y promoción de condiciones para la producción interna.
Como causas específicas la Organización no Gubernamental establece que la economía campesina y la pequeña producción mercantil agropecuaria generan a que los menores (niños y niñas de la familia) sean incorporados al trabajo no remunerado.
De acuerdo con datos de Fundempresa el 92% de los establecimientos registrados son micro y pequeñas empresas que incorporan y explotan el trabajo infantil.
En la ciudad de El Alto la presencia de microempresas dedicadas a diferentes rubros, son los sectores que demandan el trabajo laboral infantil, porque muchos de ellos se han convertido en una actividad económica familiar donde los menores que son parte de la familia o parientes de los propietarios logran ingresar a este rubro a muy corta edad.
Desde la disposición “legal” presentada por el actual Gobierno, dejó de ser visto como ilegal que sean los padres de familia quienes le roben la infancia a sus hijos y les hagan trabajar en el comercio informal. Con carritos de golosinas, zapatillas de contrabando, refrescos, gelatinas y otros, los menores de edad deben sortear su suerte en las calles de esta urbe no solo para ganarse ellos el pan del día sino a la vez pasar de ser hijos e hijas de un núcleo social a ser instrumentos de explotación laboral aceptado por la familia, reconocida por la sociedad y sin ninguna defensa tanto de las instancias como la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, el Defensor del Pueblo u otros que se convierten en “fantasmas” a la hora de hablar de la protección de los niños y niñas en el campo laboral.
Otro de los sectores que es observado como el rubro de la explotación laboral infantil es la zafra de castaña y caña de azúcar, quienes ofrecen diferentes pagos a destajo.
Asimismo, Celda identifica la presencia de menores en las actividades mineras artesanales y manufactureras, siendo la mayoría de ellas instaladas en los departamentos del occidente boliviano La Paz – El Alto – Oruro y Potosí preferiblemente. A ello se suma los trabajos en construcción, donde los menores, ingresan en temporadas de vacaciones invernales y de fin de año como ayudantes de albañiles o de los maestros de obra.
Hasta el 2008 se registraba que 848.100 es la población de niños, niñas y adolescentes trabajadores en Bolivia, donde el 27.9% de la totalidad de la población tenía de cinco a 17 años 3.037.000, pero posiblemente la población infantil de cinco a 13 años llegó a 491.00 que corresponde el 57.8%.
En los datos de Cedla registra que 23 de cada 100 niños y niñas trabajan, 11 de cada 100 en el área urbana y 60 de cada 100 en el área rural, donde las niñas ocupan el 62.3%.
En trabajos familiares es ocupado por el 77% de la población infantil no remunerados, al igual que en el área agropecuaria y minera.
Mientras que los trabajadores por cuenta propia llegan el 19%, ocupando el rubro de comercio. Menores asalariados sólo logran ocupar el 4% en las ciudades y el 3% en el campo, el restante sujeto a la explotación laboral.
Una de las actividades que se realizan, pero no se toma en cuenta como una actividad laboral, son las labores de casa donde el 85% de niños y niñas han realizado una serie de trabajos, incluso sustituyendo las tareas de los padres cuidando a sus hermanos de menor edad.
Las condiciones de remuneración registrados el 2018 a la fecha no registra muchas modificaciones, tomando en cuenta las obligaciones laborables que demandan a las empresas por parte de las entidades de Estado, factor que ocasiona a que muchos niños y niñas que tienen alguna relación familiar con dichos talleres presten sus servicios laborales, pero con menor derecho a la remuneración.
La remuneración promedio nacional de cinco a 17 años fue de Bs 512, de cinco a 13 años en el ámbito urbano llego a Bs 262 y niñas Bs 195. Mientras que en el ámbito rural Bs 222 el pago a varones y niñas Bs 175.
En cuanto a la jornada de trabajo semanal urbano: 1,6 horas más entre 12 a 13 años, 3,7 horas.
Jornada de trabajo semanal rural: 9,8 horas, más entre 14 a 17 años que llega a 20,8 horas. A menor cantidad de horas trabajadas reflejas que los menores están en una actividad laboral como sub empleados (sin sueldo).
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