Adhemar Guzmán
Luis Adolfo Siles solía decir “Yo soy boliviano, bolivariano y latinoamericano” y, al parecer, esa frase que encierra un concepto grande de la integración del continente, constituyó la idea fuerza para conducir a nuestro país al proceso integrador más intenso y fructífero de su historia, suscribiendo el año 1969, en su calidad de Presidente de la República, el Acuerdo de Cartagena, origen del Pacto Andino, actualmente Comunidad Andina, que este año celebra el cincuentenario de su creación.
La Comunidad Andina, es el espacio geográfico, social y económico que le ha brindado a Bolivia un recurso muy valioso, cual es el mercado ampliado, para realizar con racionalidad su potencial productivo especialmente del sector agropecuario y agroindustrial.
Bolivia en la década de los años 1960 vivía un importante período en materia de desarrollo económico y social; había logrado consolidar las grandes medidas de la Revolución Nacional y buscaba iniciar un acelerado desarrollo productivo a partir de lo que se denominó la marcha al oriente, con la ampliación de la producción agropecuaria en las tierras bajas de éste.
A nivel mundial, se lograba los primeros éxitos en la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, con la recuperación productiva y el avance de la integración que a la postre daría lugar a la creación de la Unión Europea, lo que ha inspirado el desarrollo de la integración en Latinoamérica. Sus avances son una suerte de paradigma para los procesos que, desde la década de los años 60, aquí se desarrollan.
En efecto, las naciones europeas, asimilando la desastrosa experiencia de las dos grandes guerras del Siglo XX, buscaron mantener la paz para siempre, con desarrollo económico y bienestar para sus pueblos a través de la integración.
Latinoamérica asimiló rápidamente los buenos resultados de la integración europea y se propuso lograr algo parecido. En esos esfuerzos, encontramos los antecedentes y la génesis del Pacto Andino.
El 18 de febrero de 1960, siete países latinoamericanos firmaron el Tratado de Montevideo, mediante el cual se creó la Alalc, Asociación Latinoamericana de Libre Comercio. Posteriormente se adhirieron otros tres países y, Bolivia lo hizo en 1967, siendo la última en ingresar al Tratado. Los propósitos de Alalc, hoy Aladi, fueron, constituir una zona de libre comercio, en un período de doce años, que brinde a todos los países miembros un mercado grande y vigoroso para su producción y para apuntalar su crecimiento y desarrollo económico.
Bolivia se demoró en ingresar a la Alalc y fue precisamente cuando el Dr. Siles Salinas ejercía la presidencia del Congreso Nacional que se incorporó a dicha asociación. Él pensaba que en el futuro, la evolución del mundo no iba a dar cabida a los Estados aislados, así como en su momento, las reducidas unidades feudales de Europa, no pudieron resistir la formación de los Estados nacionales; ahora éstos deberán conformar esquemas de integración continental. Este pensamiento lo orientó a llevar a nuestro país a buscar una dinámica presencia en la integración latinoamericana.
Pero a pesar de los buenos auspicios y del entusiasmo con que la Alalc fue creada, el proceso de apertura de las economías y los beneficios consiguientes demoraban en hacerse realidad, lo que generó nerviosismo y cierta frustración en sus miembros, sobre todo en los de menor desarrollo. Esto indujo a un grupo de países a sostener encuentros para analizar la forma de resolver esas dificultades a través de acuerdos de grupos más pequeños de países, pero dentro de la misma Alalc.
El 16 de agosto de 1966 se firmó la Declaración de Bogotá, con la participación de Colombia, Chile, Ecuador y Perú. Venezuela se abstuvo y Bolivia se adhirió en septiembre de 1967. En ella, se establecía el propósito de acelerar el proceso de integración dentro de Alalc, intensificar la cooperación económica a favor de los países de menor desarrollo y coordinar las políticas de comercio, industria y finanzas de los países miembros.
En junio de 1967, en Viña del Mar se creó una comisión mixta con la tarea de preparar las bases para lograr un acuerdo subregional, el que fue suscrito en la ciudad de Cartagena de Indias el 26 de mayo de 1969 y es conocido como el Acuerdo de Cartagena, entrando en vigencia el 26 de octubre del mismo año, y dando lugar a la creación del Grupo Andino, que en el año 1996 adoptó el nombre oficial de Comunidad Andina.
Chile, que fue uno de los países fundadores, se retiró en 1973 y Venezuela participó entre 1973 y 2006, quedando la Comunidad Andina conformada por Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia.
Durante los cincuenta años de su existencia, el Grupo Andino ha tenido una evolución muy importante y muy dinámica.
En lo institucional se ha llegado a crear el Sistema Andino de Integración, cuyos órganos hacen posible un diálogo permanente entre los presidentes, los ministros relaciones exteriores, los encargados del comercio, y otras áreas con objeto de coordinar políticas y estrategias que hacen a la integración andina. Con órganos del ámbito legislativo y judicial en pleno desarrollo e instituciones muy sólidas en el campo financiero como la CAF-banco de desarrollo de América Latina.
En materia comercial, que se podría afirmar es el principal atractivo de la integración, mas no el único, la evolución ha sido muy importante y muy positiva. De un desarrollo industrial programado y concertado, se ha pasado paulatinamente a esquemas más liberales de intercambio comercial con un rol preponderante del sector privado de los países.
Para Bolivia, la integración andina reviste una importancia de carácter estratégico. En efecto, a lo largo de, al menos, los últimos 30 años el mercado andino le ha permitido invertir en agricultura, ganadería e industria y desarrollar actividades productivas en gran escala que, sin ese mercado no habría sido posible a pesar de todas las ventajas comparativas y competitivas del país.
Los resultados son elocuentes y para tener una idea mencionemos los últimos datos publicados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior con base en información del INE. Bolivia ha exportado a los países de la Comunidad Andina en el año 2018, 211 productos por un valor total de 981,7 millones de dólares, que significa el 54 % de las exportaciones no tradicionales. Estas proporciones se observa durante muchos años.
Por todo lo mencionado, es posible afirmar que la suscripción del Acuerdo de Cartagena ha sido el complemento necesario para el desarrollo de las fuerzas productivas de nuestro país a partir de la década de 1950 y un acierto histórico en lo económico, en lo político y en lo social.
Explicitar estos logros es el justo homenaje que debemos a quienes, bajo el liderazgo de Luis Adolfo Siles Salinas hace cincuenta años, han vislumbrado un largo futuro que hoy es presente.
El autor ha sido Presidente de la Cámara Nacional de Exportadores y Viceministro de Exportaciones.
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