Los dictadores tienen tendencia a ser megalómanos. Por ello se sienten poderosos y fuera del alcance de la justicia. Muy pocos lograron, por diversas circunstancias, finalizar su mandato con muerte natural. Los más perdieron la vida por alzamientos sociales revolucionarios, acusados por la justicia formal y muchos acabaron por la traición de sus acólitos. Otros prefirieron el camino del exilio para disfrutar de dinero mal habido. Algunos murieron en prisión y otros se suicidaron. Es decir que muchos de ellos pagaron por sus delitos. Soberbia y abuso de poder son males que los caracterizan.
En su cama murieron los dictadores Juan Vicente Gómez, Joseph Stalin y Fidel Castro. Los tres lograron mantenerse en el poder durante décadas, mediante la persecución a sus oponentes, con la lealtad del ejército y rodeándose de una camarilla servil. Stalin y Castro fueron representantes idealizados de un nuevo orden, supuestamente más justo, pero fue solo engaño y demagogia. Contaron con apoyo de países como Rusia y gozaron de la propaganda y simpatía de la extrema izquierda mundial, hoy en el ocaso. Las dictaduras ofrecieron bonanza y justicia. Stalin y Castro ocasionaron hambrunas y miseria, ese camino sigue hoy Venezuela.
Merecidamente los tiranos fueron ajusticiados de diferentes formas, entre otros Anastasio Somoza, Rafael Leónidas Trujillo, Nicolae Ceausescu, Muamar el Gadafi, todos ellos sanguinarios. Otros, menos bárbaros, igualmente violaron derechos humanos, como Carlos Castillo Armas, de Guatemala, quien fue eliminado por uno de sus escoltas.
Otros dictadores prefirieron huir con las alforjas llenas. Tal fue el caso de Marcos Pérez Jiménez, quien aceptó el consejo de su ministro Llovera Páez: “compadre, vámonos, porque pescuezo no retoña”. En su huida olvidó dos maletas con papeles que evidenciaban su corrupción, por lo que fue posible solicitar y obtener que EEUU lo deportara.
¿Qué pasará en Bolivia de continuar un gobierno aferrado al poder 14 años, que pretende otros más y ni piensa en su próxima caída?
¿Qué futuro le espera al dictador Nicolás Maduro? Puede descartar morir en la cama ocupando Miraflores. Las otras opciones dependen de él. Debería estar consciente de que no podrá resistir por mucho tiempo la presión por el desastre económico y tampoco tiene los recursos para capear el desconocimiento de los gobiernos democráticos, ni las sanciones económicas, las cuales seguramente aumentarán. Además, no puede ignorar que, aunque puede ser poco probable que el Alto Mando militar le dé la espalda o que haya una rebelión generalizada de la Fuerza Armada, sí es factible que en cualquier momento se subleve una guarnición y eso sea el detonante. También que continúe la deserción entre los suyos.
Que lo saquen por la fuerza es su peor escenario. Si renuncia y logra salir del país mediante una negociación corre el riesgo, más temprano que tarde, de ser extraditado. Su mejor carta es refugiarse en un país que le garantice que nunca será entregado, aunque lo solicite la Corte Penal Internacional. Quizá solo Rusia o China puedan otorgarle ese resguardo. Mientras más pronto tome esa decisión, será mejor para el país y para él.
El autor es abogado.
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