Las acusaciones a algunos gobiernos, en sentido de que han adoptado el sistema de gobierno de la dictadura para prorrogarse en el poder, se han confirmado en algunos casos y, al mismo tiempo, algunos de ellos han negado haber caído en ese acto político.
Algunas de esas acusaciones fueron genéricas y hasta declamatorias y, por tanto, inocuas, sin llegar a definir en qué consistía la calificación. Pero, por otro lado, otros gobernantes acusados por el término, dándose por aludidos, han desmentido el adjetivo indicando que no eran dictadores ni mucho menos, autodefiniéndose a la vez como demócratas químicamente puros o algo parecido.
Sin embargo, haciendo abstracción de datos de detalle, lo que en realidad existe en algunos países es verdaderas dictaduras y para llegar a esa conclusión, los argumentos no son meras denuncias o meros desmentidos.
La definición de dictadura consiste en que un gobierno adopta esa medida cuando desconoce la Constitución en todo o en parte, ignora la legalidad, atribuyéndose factores divinos, cósmicos y otros de tipo subjetivo y con fines continuistas ad aeternum, con fines personales y ajenos en absoluto a intereses históricos. Se basa en el libre albedrío, desconoce principios y valores y, por tanto, gobierna con puño de hierro o bien con base en el engaño.
No es suficiente esa definición. Se completa, para confirmarla, con otro aspecto que consiste en que el gobierno acusado se vuelve dictatorial a partir del momento en que todos los poderes del Estado son sometidos al control y manejo del Poder Ejecutivo, o sea deja de existir la independencia de poderes y todo responde a los mandatos del dictador y su camarilla. Es, por consiguiente, además, absolutista, autocrático y aun tiránico.
De otra parte, ese régimen de excepción ofrece al pueblo el cielo y las estrellas, la felicidad, se dedica al despilfarro, la corrupción, el terror, etc. y conduce a las masas populares al hambre, caída de la producción, derrocha las reservas, suspende la libertad de expresión, adopta la persecución a la prensa, entre otros.
La definición de dictadura, que queda en el nivel de la palabra, cae en saco roto. Esa denuncia se confirma solo en los hechos. Que un dictador diga que no es tal y que es un demócrata, nada le quita de su condición de dictador.
La dictadura se reconoce en los hechos, vale decir cuando se desconoce la Constitución, cuando el gobernante asume el mando de todos los órganos del Estado, recurre al voluntarismo, anulación de las libertades individuales, de prensa, información, etc., actos que confirman que sus días están contados.
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