Economía de palabras
Aunque solo faltan dos meses para las elecciones, se escucha voces que ponen en duda que se vayan a realizar, porque, dicen esas voces, el gobierno le tiene miedo a la crisis económica que se avecina y la oposición tampoco quisiera, sinceramente, cargar con el muerto.
Y se da el curioso caso de que el gobierno acusa a la oposición de boicotear las elecciones y la oposición le acusa de lo mismo. El exgobernador de Tarija Mario Cossío llama, abiertamente, a evitar las elecciones como única respuesta al desconocimiento del referéndum.
Una protesta nacional convocada por los comités cívicos y los defensores del 21-F, pide a los candidatos vetados retirarse de la contienda y a los miembros del Tribunal Supremo Electoral (TSE) renunciar a sus cargos, algo que no harán ni los unos ni los otros.
Lo que refuerza todas esas dudas es que la campaña muestra a una oposición inactiva, sin propuestas, sin consignas, como si estuviera cumpliendo un formalismo.
Equipos de jóvenes deseosos de conformar plataformas de control de los escrutinios el día 20 de octubre, usando los celulares como herramientas que alimenten a uno o varios centros de registro de los resultados, mesa por mesa, esperan que alguien coordine el trabajo. Sólo se oye protestas contra la posibilidad de que el TSE modifique los resultados, como se dice que habría ocurrido en Argentina.
La campaña ofrece una candidatura muy activa, que usa todos los recursos y medios del Estado, con el concurso de 100 medios de comunicación que le obedecen, según informa Los Tiempos, y por otro lado una oposición que parece no creer en las elecciones.
Lo curioso es que el gobierno se muestra triunfalista, por un lado, pero por otro azuza a sus agentes que hacen de fiscales y jueces a avanzar en procesos que podrían inhabilitar al candidato que figura como segundo en las encuestas.
Las encuestadoras dan explicaciones sobre sus resultados después de haber anticipado que el binomio oficialista obtendría una ventaja de once puntos sobre el segundo, aunque admiten que el margen de error podría llegar a 4 puntos, o más.
En Argentina el error de las encuestadoras fue de 10 puntos porcentuales en las PASO. Lo que indica que tomar las cifras de una encuesta como base para el triunfalismo es peligroso.
Los únicos que parecen convencidos de que las elecciones se realizarán y es preciso ayudar a los candidatos del gobierno, son los militares, policías, fiscales y jueces.
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