Júbilo y encanto de un general

A la enfermedad psicológica emocional se le llama simplemente estupidez emocional. Antes que este mal irradie sus nefastos daños mentales, resulta importante desentrañar ese idilio de tan evidente idolatría, una compleja interrelación de indescriptible fidelidad de un general complaciente, que escucha un simulado ejercicio de palabras torcidas, promesas, mentiras y exabruptos del “hermano” que ya se mira dictador.

En su irreflexiva e improvisada decisión, le dice al general, “modernizaremos las Fuerzas Armadas, ellas se harán cargo de las empresas estatales; serán parte de los directorios de las empresas estratégicas del Estado”. Luego desata su veneno de afrenta contra el pueblo, insinuando que éste quiere, dizque, “la desaparición de la Fuerzas Armadas”, tan maledicente que predispone los ánimos de la masa castrense. Tan cansino añade que también quieren hacer desaparecer “patria o muerte”, y aclara vacilante y titubeando, que el término es lo mismo que “morir antes que esclavos vivir”, analogía aberrante. Y es que “patria o muerte” sale del comunismo marxista leninista, de cubanos que hollaron nuestro territorio, con la intención de imponer su ideología. Pero a 70 años de su revolución, Cuba nada cambió. En cambio “Morir antes que esclavos vivir” representa el grito de libertad de todo un pueblo que rompe las cadenas del oprobio, y que desea desarrollarse libre y soberana.

Con esa pequeña verborrea del mandatario, el general manifiesta feliz su irrefutable sumisión, expresa un sentimiento idolátrico que se pierde en la oscuridad. Cuál “antipatria” podría atreverse a romper la verticalidad y la jerarquía institucional, es una tontería. El que destruyó esa institución fue precisamente Evo Morales, pues destrozó su doctrina, su ley orgánica, sus reglamentos, tradiciones, símbolos, jerarquía y otros. Ese “hermano” es el verdadero “antipatria”.

Cuando ascendió el socialismo marxista leninista al gobierno, su primer afán fue hacer desaparecer el Estado y destruir la institucionalidad nacional. Por estrategia su primera víctima fue las Fuerzas Armadas, y algo que lo detuvo fue nuestra democracia plena, no pudo afectar su estructura, es la Institución Fundamental del Estado, instituida por la CPE. Su daño mayor fue el orden social, destrozó el sentido de camaradería, el espíritu de militar, solidaridad y confianza entre sí.

Este proceso de afectación se alimentó gracias a la complicidad y traición institucional, de comandantes convertidos en la herramienta del manoseo, hasta ponerlos en extrema sumisión, mandos en corrupción bailando con el ritmo caprichoso y estimulante del poder político, cuyo ingenio toma la iniciativa para una remuneración de servicios, traducidos en prerrogativas, dadivas, pluses, bonos, sobresueldos, y otros con que generosamente se premia lealtades. Esto fue el cebo de atención de los mandos, que corrompe y envilece, codicia que aceleró la traición y la infidelidad.

Los comandantes prácticamente vendieron la institución castrense, no leyeron ni por el forro sus verdaderas misiones, bases fundamentales de la CPE. El Art. 244 señala “garantizar la estabilidad del gobierno legalmente constituido”, pero no dice ni sugiere someterse y rendir pleitesía o glorificar hasta el extremo al presidente…

Recordemos que en algunas oportunidades, varios generales, a espaldas de la mayoría de sus miembros, declararon que la institución era “socialista, anti imperialista, anti neoliberal”. Desde ese momento, esa institución se convierte en fuerza deliberante. Caliman añade e indica morir anticolonialista, seguramente se refiere a la infiltración colonialista china, y no a la norteamericana, porque ahora se sirven de una nutrida ayuda en su logística de combate y otros.

Continuando con su altitonante expresión, el general lanza su ventolera jactanciosa, en una explícita “amenaza”, un asesinato verbal dirigido a su propio pueblo, una advertencia inconsciente de lo que nos puede pasar, “si es que”… (nos recuerda a militares venezolanos, que mataron miles de ciudadanos sin discriminar). Un general sin ninguna motivación profesional, carente de amor a su pueblo, provoca fatal amenaza -¿quién ordenó o en que bases funda esas ideas?-, un atentado a la integridad y seguridad nacional, delito de lesa Patria,

El español Gral. Rojo, un gran mentor de las Fuerzas Armadas, decía: “la acción política y militar de un comandante o conductor es íntegra y de gran valor moral, si defiende con desapego el honor e integridad institucional, podría también defender la Patria y a su pueblo, éste no se subordina y somete, es su capacidad rectora de mando, su deber y responsabilidad”. Y si la reflexión pudiera imponerse en los mandos castrenses, daría lugar al pronunciamiento incondicional para el cumplimiento del deber y la moral militar, así como a una sólida neutralidad frente a las acciones políticas de cualquier gobierno, y firmeza frente al desatino que enfrenta y divide al país. Elevado es el costo y sacrificio por preservar la integridad institucional y la democracia nacional.