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Gas boliviano: mercado externo y modelo extractivista, 2019

Joshua Bellott Sáenz

Con la agricultura pasa lo mismo, ya que gran parte de esa exportación es soya. Tomando solamente un 4% de este último, podríamos concluir que un 80% de las exportaciones bolivianas del 2005 fueron materias primas.

Para los próximos años, la participación del gas natural descendió notoriamente, hasta llegar a un 34% el 2018, la minería subió gracias al esfuerzo de unas cinco empresas a nivel país, y la manufactura al igual que la agricultura se mantuvieron más o menos estables…

Es así que gran parte de los recursos que percibió el Estado en los últimos 13 años y que provenían de las exportaciones de gas y la recaudación del IDH se encuentran muy afectados y reducidos. En ese sentido, muchos analistas coinciden respecto a que no hay proyecciones optimistas para el sector, ya que los mega campos están en franco deterioro, las exploraciones tienen resultados muy limitados y existen escasas opciones sobre los mercados, generando incertidumbre para el futuro. La dependencia ante esta industria es tan grande que, según el Ministerio de Economía y Finanzas, entre el periodo 2005 – 2016, las Empresas Públicas generaron una utilidad neta de 41 mil millones de bolivianos, siendo que la utilidad de YPFB representaba más de 37 mil millones.

En cuanto a la evolución de la producción de gas natural, medido en millones de mcd, entre el año 2000 y 2018, así como la renta petrolera en esos mismos años, se hace una comparación injusta, 13 años (periodo de gobierno del MAS) contra 6 años anteriores.

Verificamos que en los primeros 6 años de este periodo, el aumento de la producción de gas boliviano fue desde 8.8 a 35.7 MM de mcd, lo que significa un crecimiento de 278%; en cambio, si bien la producción a partir de ese año tuvo unos picos el 2014 y 2015 con 59 MM de mcd, bajó hasta el 2018 a 54.2 MM mcd, lo que significó un crecimiento de sólo 52% en trece años. Por lo tanto, en este periodo de 13 años (más del doble en años respecto al anterior), se creció 5 veces menos.

Por el lado de la renta petrolera, vemos que en los primeros 6 años no llegó ni a los 3 mil millones de dólares, pero en los siguientes 13 años la renta alcanzó a casi 40 mil millones de dólares. La conclusión clara es que con 13 veces más dinero, se creció 5 veces menos, y lamentablemente, esto fue en el doble de años. En otras palabras, esto es un verdadero desastre…

Las últimas informaciones nos dicen que la producción ya bajó a 41millones de mcd, que estamos incumpliendo de manera preocupante los contratos con Brasil y Argentina, de los cuales debemos pagar multas por incumplimiento y, para lo peor, ya no tenemos gas, y la renta petrolera bajó a menos de la mitad y seguirá en picada. Asimismo, sabemos que los precios de los eventuales nuevos contratos serán con un precio menor, con lo que el futuro de esta industria se enfrenta a un eventual desastre.

Lo cierto es que si el 80% de nuestras exportaciones o más, depende de una industria extractivista y, por lo tanto, de las variaciones de los precios internacionales, los problemas podrían ahondarse. En minería, los precios del estaño van cayendo, hay problemas con el zinc y en 13 años no fueron realizados programas de exploración serios y menos de recambio tecnológico que permitan bajar los costos de producción. Por el lado de la agroindustria, nuestro ingreso al Mercosur depara un desastre para la industria soyera, al abrir nuestro mercado a la competencia de países que producen con una alta competitividad, y así podríamos citar más ejemplos.

Por lo descrito, queda claro que la principal fuente de ingresos del país, durante esta nueva época de industria extractiva, ha sido dilapidada. Los esfuerzos de los últimos años y las últimas propuestas electorales de industrialización y diversificación de la economía, no sólo son tardías, demostrando en 13 años un desinterés total por parte del gobierno, sino que son totalmente insuficientes en términos de generación de empleo y excedentes para los bolivianos.

 
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