El Sr. Donald Trump, que pretende la reelección en la Presidencia de los Estados Unidos, nunca se cansa de demostrar racismo y xenofobia que ha expresado desde antes de su elección; esta vez, ante la posición adoptada por tres representantes en la Cámara Baja que son descendientes de otros países y que son parte del partido Demócrata, ha expresado que son personas que deben abandonar el país porque “son congresistas de izquierda radical y deben disculparse tanto con el presidente como con el Estado de Israel y con el mismo país que representan, EEUU”.
Amnistía Internacional ha señalado en un comunicado “como presidente de Estados Unidos, Trump ha demonizado a grupos minoritarios, azuzado el odio y el miedo y alentado la división”.
El representante de Amnistía Internacional ha señalado: “Sus palabras demuestran que la xenofobia, más que la seguridad de la población de Estados Unidos motivan estas palabras y Trump debe dejar de normalizar el racismo, el sexismo, la transfobia, la crueldad y el odio. Debe empezar a ver a las personas, no solo a los pocos favorecidos como seres humanos y no como chivos expiatorios u objetos de ridículo; debe honrar los compromisos de Estados Unidos con los más vulnerables del mundo, incluidos aquellos que huyen de una violencia horrible y la persecución, y proteger los derechos humanos de todos”.
Si hay un país demócrata, libre e independiente que siempre ha respetado los derechos humanos evitando el racismo -excepción de los grupos pertenecientes a fanáticos como el Ku-klux-Clan y otros que persiguen, maltratan, hieren y hasta matan a ciudadanos estadounidenses que no son blancos- es el pueblo norteamericano conformado por hombres y mujeres procedentes de todas las latitudes del mundo y que han hecho de ese país una potencia y una especie de refugio de los más perseguidos. El Sr. Trump ha demostrado en diversos momentos de su mandato, odio, racismo, xenofobia con personas de color, latinoamericanos, y personas de toda raza porque, con el estilo del nazismo hitleriano, considera que son “razas inferiores” no “dignas de vivir en su país” y ha sostenido últimamente que deben “volver a sus países” calificándolos con adjetivos que no corresponden a quien es primer mandatario de su país. Ha reiterado que las representantes “están llevando una agenda que es ‘asquerosa’ y que el pueblo americano rechazará”.
El racismo y la xenofobia de Trump han sido demostrados en diversas oportunidades y ni las críticas de los demócratas y hasta de su propio partido, el Republicano, han podido frenar todo lo que está en contra del sentir y pensar del pueblo porque el Sr. Trump prácticamente asumió la posición de dictador que obra en contra de lo que su propio país es y desea que la humanidad actúe en paz y concordia con todos, aunque sus directivos, desde la Casa Blanca o desde diversas instituciones y desde el Pentágono, pregonan que “se debe frenar, con las armas, todo exceso que atenta contra las libertades y la democracia”; forma por demás rara que, por supuesto, no honra ni enaltece al pueblo estadounidense.
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