Como siempre, hemos de lamentar determinaciones lentas o tardías de los gobiernos. Desatado el voraz incendio forestal en la Chiquitania (Santa Cruz) hace más de 20 días, y cuando el siniestro alcanzaba ya enorme espacio de bosque seco -único en el mundo- el Jefe del Estado rechazó toda posibilidad de ayuda externa para combatirlo. Esta actitud de falsa suficiencia es parte del “orgullo” de suponer que el país tiene capacidad para afrontar y contrarrestar cualquier emergencia, por obra y gracia de estos 14 años de Gobierno.
Esta terrible experiencia demuestra también que muchos ministros del Estado -excepto contados- no desempeñan sus carteras donde deben desempeñarlas y carecen de los recursos científicos y técnicos necesarios para dar luces y, en lo concreto, desaconsejar la viabilidad del Decreto Supremo 3.973 que autoriza el desmonte o “chaqueo” de tierras no aptas para la agropecuaria, por su vocación forestal, previsión que lamentablemente estuvo fuera del alcance ministerial. Algo similar ocurrió en el año 2017 con la tremenda carestía de agua en los hogares paceños, por falta de una adecuada previsión.
Cuando el siniestro se acerca imparable al millón de hectáreas, recién el 25 de agosto en conferencia de prensa el presidente Evo Morales se abrió a recibir ayuda exterior que, dada la emergencia, su Gobierno debía pedirla sin esperar los ofrecimientos. Hace poco las autoridades anunciaron que se recibirá ayuda de 9 países y 4 organismos internacionales.
Entretanto la población chiquitana, en especial de Roboré, Tocabaca, San Matías, San José y otras, pedía desesperadamente la declaratoria de desastre nacional que tampoco se asume hasta el momento. También marchas de ciudadanos han pedido la abrogación de normas que permiten desmontes y chaqueos. Por otra parte, la misma decisión de contratar al avión Supertanker fue tardía, todo por supuestas capacidades y recursos internos.
Frente a la aparición de un fuerte incendio en las proximidades de Roboré, el pueblo atemorizado se congregó pidiendo al “Gabinete Ecológico”, instalado en esa localidad, que tome medidas urgentes para apagarlo.
Dos factores que se debe esclarecer, uno es que el desastre se originó por el desmonte destinado a la ampliación de la frontera agrícola y por el señuelo de biocombustible que demanda el Gobierno, a lo cual se suma el chaqueo a manos de los asentados procedentes de tierras altas, pero sin conocer la índole natural de la región. Estos nuevos asentamientos además de carecer de análisis sobre su factibilidad, parecen haber sido decididos por motivos político-electorales, como sucedió en Pando hace algún tiempo. La justificación del Gobierno respecto a los asentados es “de qué van a vivir” si no es del cultivo.
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