El país está viviendo una verdadera tragedia nacional como resultado de los numerosos incendios que se dan en las últimas tres semanas en nuestra zona amazónica.
Según informa la Fundación Amigos de la Naturaleza (fan-bo.org), “entre los años 2005 al 2018 se ha detectado más de 7,1 millones de hectáreas de bosque quemado en Bolivia. El 71% en Santa Cruz, el 21% en el Beni. En 2018 las áreas quemadas en el Beni sumaron 1,8 millones de hectáreas”. Esto demostraría, además, que en sus 14 años de detentar el poder, Evo Morales y su dictadura castrochavista hacen del ecocidio una acción reiterada para ampliar cultivos de coca ilegal, ejecutar migraciones internas para cambiar el mapa sociopolítico del país y dar beneficios a grupos económicos de su régimen.
Lo anterior es totalmente contradictorio con lo dispuesto por la Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien, que tiene por objeto establecer “la visión y los fundamentos del desarrollo integral en armonía y equilibrio con la Madre Tierra para Vivir Bien, garantizando la continuidad de la capacidad de regeneración de los componentes y sistemas de vida de la Madre Tierra”.
Al escribir esta nota ya se había superado el millón de hectáreas quemadas, pero pese a ello el Gobierno se niega a declarar desastre nacional, que permitiría la cooperación internacional, dispuesta a colaborar de inmediato y con ella tendríamos una solución en pocas horas a este problema. Parecería evidente que el Gobierno desea afianzar el millón de Has quemadas, las cuales serían inmediatamente habilitadas para ampliar la frontera agrícola en el trópico con objeto de generar empleo e ingresos para varios miles de pequeños agricultores, lo cual a su vez permitiría aumentar la exportación de soya y carne para cumplir los compromisos contraídos en el mercado internacional. Nuevamente se denota la paradoja: defensores del culto a la pachamama, pero en los hechos una gran depredación.
Pablo Solón de manera figurativa relata lo siguiente: “sosteniéndose con sus tres garras de la rama de un árbol, un perezoso sonríe sin presentir lo que se avecina. Acaba de comer unas hojas, se acuesta para hacer su interminable siesta, para tener una buena digestión. Los perezosos son los animales mamíferos más lentos del planeta. Su vida relajada les ha permitido sobrevivir 64 millones de años. Mucho más que los seres humanos y otros animales más ágiles. El fuego no se ve, pero viaja a la velocidad del viento. El perezoso duerme”. Revista Rascacielos, 25/08/2019).
Pero como trae otro titular internacional: “Los pulmones de la Tierra están en llamas”: Brasil enfrenta críticas mundiales por los incendios en el Amazonas. Porque como dice el refrán “mal de muchos, consuelo de tontos”.
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