Daniel Arturo Oropeza Echeverría
El próximo 18 de septiembre se cumple el plazo solicitado por Chile y concedido por la CIJ de La Haya, para que como demandante; presente sus últimos argumentos, que harán en sí mismo al cierre de esta primera etapa del ya famoso Juicio Internacional sobre el destino de estas aguas dulces que emergen en Potosí de Bolivia; aunque es posible que Chile intente algún plazo adicional todavía.
Cuando la CIJ dé por cerrada esta etapa documentada de ambos litigantes, ella misma anunciará al mundo el cronograma de la fase de alegatos orales, que nos permitirá saber de manera directa y desburocratizada el contenido de los argumentos que cada una de las partes adelantó por escrito. Es decir que se levantará la reserva que pesa sobre esta documentación con que la Cancillería de Chile ha acudido a La Haya y se conocerá también la posición con que la Cancillería de Bolivia habrá reaccionado en la ineludible obligación que tiene de ser eficiente, eficaz e inequívoca en esta defensa de los recursos hídricos de propiedad Potosina.
Chile deberá abrir esta etapa oral y tendrá que “esmerarse” con superlativo afán, para convencer a la CIJ; de cómo se atreve a demandar ahora por propias estas aguas dulces que solicitaron usar a la Prefectura de Potosí con la finalidad específica del funcionamiento de las locomotoras a vapor de la época. Solicitud que en sí misma ya es un tácito reconocimiento de la propiedad boliviana del agua dulce que transportaron gratuita y artificialmente desde 1908.
Chile deberá decir en la CIJ, oralmente y con micrófono en mano; que para ese año de 1908 no fluía a ninguna parte la poca agua dulce, que cual un “oasis” (prolongación geográfica del desierto de Atacama) hacía tímido afloramiento en territorio potosino y boliviano. Chile deberá decir con honestidad suma y con la mano en el pecho, que concluido su trámite ante la Prefectura de Potosí; recién estuvo autorizado para realizar el grado de intervención técnica que proyectaron ingenieros ingleses en territorio potosino y boliviano. Que pudieron recién lograr la construcción de galerías filtrantes y las obras hidráulicas pertinentes con la finalidad de optimizar en la superficie del suelo potosino, los volúmenes de agua dulce que yacían en los bolsones de aguas fósiles que la ciencia hidrogeológica sabrá explicar oportunamente sobre su origen y edad.
Chile deberá explicar en la CIJ el nivel de afectación que realizó sobre la topografía Natural del territorio potosino y boliviano, para poder lograr la pendiente adecuada que le permitió transportar, artificialmente, los volúmenes de agua dulce ya bastante incrementados gracias al efecto de las galerías filtrantes que actualmente se encuentran en funcionamiento en la zona.
Chile tiene en los archivos de la Chili & Railway la Memoria Técnica que la meticulosa archivística inglesa ha sabido conservar y está obligado ahora a mostrar esa documentación ante la CIJ. Es decir la cartografía de antes de 1908, y los planos de las obras hidráulicas actuales. De la lectura simple de esa documentación la CIJ en pleno se dará perfecta cuenta que un río no se puede construir por muy ingeniosa que sea la habilidad del hombre sobre el planeta Tierra.
De la superposición de ambas cartografías saltará con nitidez el grado de afectación artificial que ha sufrido en planta y en perfil el suelo en esas latitudes donde se ha construido los canales de drenaje secundarios y principal en mampostería de cal y canto, cuya presencia es un signo inequívocamente técnico; de que estos canales artificiales recogen gota a gota los efectos del trabajo hidráulico de subterráneas galerías filtrantes que cual enorme esponja, también construida artificialmente; “chupa” la humedad del subsuelo, por una eficiente combinación de los elementos que abundantemente proporciona la misma naturaleza en el lugar.
En otras palabras, Chile ha intervenido sobre la zona geográfica del “oasis”, al que hacemos referencia líneas arriba, con mano de obra y dirección técnica apropiadas, en la construcción de un gran humedal artificial, a manera de manto esponjoso que tuvo la finalidad pre concebida de absorber el agua dulce de los bolsones hídricos del centro de la tierra.
Y es así como trabaja el sistema del SILALA. El agua dulce es absorbida por el humedal artificialmente construido como enorme esponja o también como galerías filtrantes y luego la deposita gota a gota en los canales colectores secundarios y de éstos al canal principal. Sin duda se trata del funcionamiento de tan imaginativa obra hidráulica, donde la altísima radiación solar juega su papel fundamental.
Chile, a sabiendas de toda esta mecánica de fluidos; que es Ciencia Física pura, se atreve a decir que se trata de un “río” y se cree dueño de la mitad de ese caudal de agua dulce.
La inteligente presencia del hombre sobre la corteza terrestre ha logrado hechos asombrosos que dejan admirado al mismo género humano. Pero la mano del hombre no ha construido un volcán, ni una cordillera, tampoco podrá construir un “río” y menos podrá construir ningún accidente natural. Por tanto un elemento que transporta artificialmente el agua dulce se llama canal a cielo abierto que trabaja hidráulicamente.
Y es que Chile en la hora presente tal vez deberá actuar con la hidalguía que nunca mostró y reconocer con suma honestidad que está forzando las circunstancias, nada menos que después de 110 años que usa ilegítimamente las aguas dulces de Potosí de Bolivia.
(*) El presente artículo es parte de un libro de próxima aparición.
El autor es Ingeniero.
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