América Latina tiene una población joven y la región todavía estaría por disfrutar los beneficios de esa juventud como medio para impulsar el crecimiento económico, pero la edad mediana es de 29,2 años contra 41,6 años en las regiones económicamente ricas, por ello se observa un rápido cambio en el perfil demográfico de la población, según opina Jorge Arbache, vicepresidente del Sector Privado de CAF.
"Aunque hay grandes diferencias entre países, existen tendencias demográficas comunes. Considere los casos de las tres mayores economías, Argentina, Brasil y México, que, juntas, suman cerca de 2/3 de la población y del PIB de América Latina. En los tres países la tasa de crecimiento poblacional se desacelera a pasos agigantados, la tasa de fecundidad converge con la de las economías ricas y la participación de la población anciana en la población total aumentará significativamente en un período relativamente corto. Otra característica común: el bono demográfico ya se encuentra en fase avanzada", señaló.
Entonces, los beneficios del bono demográfico ya deberían estar reflejados en la dinámica del ingreso per cápita. Pero eso no está sucediendo. La tasa de crecimiento anual del PIB per cápita de los tres países fue de alrededor del 1 % en los últimos 40 años y este patrón no se ha visto alterado en los últimos 10 años, agregó.
El problema es que, con el avance de la transición demográfica, aumentan los desafíos del crecimiento económico de América Latina, por dos razones. La primera es que la expansión de la fuerza de trabajo, que fue el principal componente del crecimiento en las últimas décadas, deberá disminuir y eventualmente estancarse.
La segunda es que el aumento de los gastos de las jubilaciones, pensiones, salud y asistencia social derivadas del envejecimiento de la población requiere de nuevas fuentes de financiación, lo que podría llevar a presiones en las cuentas fiscales, en la tasa de ahorro, en las inversiones públicas y en las tasas de interés.
Es preciso fomentar, cada país a su ritmo, la transición del actual modelo de crecimiento basado en la incorporación de más gente al mercado de trabajo hacia un modelo en que conocimiento, productividad y competitividad ganen relevancia, sostiene.
Al menos cinco tipos de políticas deberían considerarse. El primero es promover el aumento de la productividad del trabajo; segundo bloque es aumentar la competitividad; tercero tiene que ver con las políticas activas de empleo que optimicen la producción, la generación y la distribución de la renta en el mercado de trabajo; cuarto es la atracción de inmigrantes y de nacionales que viven en el exterior, para que puedan contribuir a aportar conocimiento, capacidades laborales y así agregar valor; y por último, estas políticas deberán ir acompañadas de reformas en las legislaciones previsionales y de pensiones compatibles con el aumento de la expectativa de vida y de las necesidades y condiciones económicas de los países.
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