Testimonio
La actividad minera actual no es exclusiva de los varones ante la urgente necesidad de conseguir ingresos económicos.
Katya Flores Loayza es una trabajadora de base, parte de los 300 mineros entre hombres y mujeres que llegaron a la sede de Gobierno con la finalidad de demandar una inversión estatal en favor de Amayapampa de Potosí.
Buscan garantizar su fuente de empleo. Ella es mujer y reconoce el doble sacrificio que debe realizar al pertenecer a un rubro exigente.
Fueron convocadas por su Sindicato de Trabajadores Mineros de Amayapampa, se quedaron hasta lograr un acuerdo favorable para que se mantenga la actividad minera y recuerdan que la reactivación económica por parte del Estado es una demanda de más de 500 familias en el sector.
“Para nosotros es un gran sacrificio, peor si somos padre y madre para nuestros hijos, tener una fuente laboral es nuestro único empeño es por eso que nos constituimos en La Paz, para que nos respondan a la inversión que deben hacer en la mina”, aseguró Flores, quien se convierte en una de las 20 mujeres que trabajan en tres rubros, no solo al interior mina, sino en cocina y limpieza.
En la mentalidad citadina el trabajo de la mujer debería ser menos sacrificado que la del varón, por la diferencia sobre todo física, pero las manos encallecidas y el rostro quemado por el sol que presenta Flores nos demuestra que no hay diferencia laboral al interior mina, donde se requiere trabajadores de ambos sexos que respondan con el mismo empeño físico.
Transportar metales o utilizar herramientas pesadas son parte de lo que deben ejecutar tanto hombres como mujeres; son ocho horas de trabajo reconoce Flores, pero en el caso de la mujer existe un plus, un aumento laboral, porque ella no deja de ser mujer, ama de casa, madre, por lo tanto, sus horas de trabajo se amplía desde las 05.00 hasta las 17.00 horas.
“El horario de trabajo empieza más antes que la del varón, porque debemos dejar cocinado todo, estar de pie a las 05.00, salir de la casa a las 07.00 y retornar a las 17.00 o 18.00 horas. En ese tiempo no solo se distribuye las tareas con los hijos mayores, sino nos tenemos que sacar tiempo para estar a la vez en la mima y luego en la casa, es como partirnos en dos”, expresa Flores quien alguna vez de adolescente soñó estudiar una carrera profesional, pero con la llegada de sus hijos y haberse quedado sola con cinco de sus descendientes, esos sueños se disuelven cuando hace cálculos y se pregunta ¿Sí hubiera llegado a la ciudad a estudiar, quién mantendría a sus wawas, quién le daría un empleo seguro, quién velaría por el cuidado cercano de ellos, por lo que nuevamente esa realidad hace que Flores reconozca que pese al esfuerzo emprendido por ella al ser una mujer minera, elige seguir trabajando en Amayapampa, como lo viene realizando desde hace siete años.
Los hijos de Flores ingresan en la etapa de la adolescencia, sabe que requiere tener mayor gasto económico para sus estudios, también mayor acompañamiento, “cuando los hijos ven que nuestro ambiente es de sacrificio, me ven trabajando, ellos son más conscientes y buenos; nuestros hijos en algunos casos nos ayudan, nos acompañan”, añadió.
Flores trabaja en el área de mina, debe realizar el mismo esfuerzo que los varones, no existe diferencia laboral para ella por ser mujer, pero reconoce que sus compañeros de trabajo son más solidarios con ella al saber que es mujer sola, que debe trabajar para mantener a sus cinco hijos, “no tenemos problemas de machismo, porque ellos son más solidarios, nos dejan trabajar y reconocen que debemos hacer más labores”, indicó.
Katya Flores espera que el Gobierno y las actuales políticas permitan una reactivación económica, caso contrario vislumbra que más de 500 familias están en riesgo de perder su fuente de trabajo. “Hoy nos quedamos hasta recibir una respuesta, sí o sí, por nuestra fuente de empleo”, concluyó.
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